MyTO

Ciudades muertas

A pesar de que no me creo estas mediciones emocionales globalizadas, me atrevería a decir que en Barcelona sí estamos ante un Black Monday -que no Blue, el azul es un color precioso para teñirlo de tristeza-.

Opinión
  • Periodista y cineasta. Escribo, filmo y creo. He rodado 7 cortometrajes y trabajado en El Periódico de Catalunya, Ling Magazine, COM Radio y La Vanguardia. Ahora en Adams Editorial.

A pesar de que no me creo estas mediciones emocionales globalizadas, me atrevería a decir que en Barcelona sí estamos ante un Black Monday -que no Blue, el azul es un color precioso para teñirlo de tristeza-.

Leo por las todas partes que hoy es el día más triste del año, el Blue Monday. Lo ha determinado no sé quien en base a no sé qué. En fin, es solo un día más, como cualquier otro, aunque lunático, frío y gris. A pesar de que no me creo estas mediciones emocionales globalizadas, me atrevería a decir que en Barcelona sí estamos ante un Black Monday -que no Blue, el azul es un color precioso para teñirlo de tristeza-. Y no por el frío ni por la cuesta de enero. Ni siquiera por esta lluvia intermitente y pegajosa.

Mi ciudad se despertó ayer tras un fin de semana convulso provocado por la emisión de una película, “Ciutat morta”, el relato de uno hechos ocurridos hace siete años que cubren de excrementos a instituciones policiales, políticas y judiciales y que traen el miedo, la tristeza y la rabia hasta la misma puerta de nuestras casas.

Una grave agresión contra un guardia urbano el 4 de febrero de 2006 desató una reacción aleatoria, desproporcionada, inconstitucional y antihumana contra cinco jóvenes que sirvieron de chivo expiatorio al dolor provocado por ese hecho, en el que no tuvieron nada que ver. Rodrigo, Juan, Álex, Patricia y Alfredo sufrieron torturas y fueron condenados por ser cómo eran, por venir de donde venían y por vestir cómo vestían. El sistema se cebó con ellos desde el principio y el engranaje empezó a funcionar sin tenerles en cuenta en ningún momento. Todos ellos han recorrido un largo camino sin que nadie -o muy pocos- se hayan dignado a escucharles. Y Patricia se lanzó al vacío en 2011. No pudo soportarlo más. Hoy Barcelona me da pena y vergüenza. Toda ella. Incluida yo.