Yo no acuso
El terrorismo es una pata que cojea en la humanidad, una lacra para la democracia y para el bienestar. Pero no se esconde tras una sola frontera, ni tan sólo tras una religión
El terrorismo es una pata que cojea en la humanidad, una lacra para la democracia y para el bienestar. Pero no se esconde tras una sola frontera, ni tan sólo tras una religión
No hay más que releer un par de libros para concretar la situación de lo ocurrido en París. Otros ya tomamos en su día a los países musulmanes con la Biblia debajo del brazo, la Santa Inquisición y algunos Cruzados (de cables). Eso sin que hubiese revistas satíricas que insultaran las bárbaras costumbres que azotaban a lo largo y ancho de nuestra península ibérica, recién despoblada de árabes que tanta cultura y sabiduría dejaron en nuestra tierra.
Otros también tomaron Polonia y parte de Europa bajo otra cruzada racial, alguna biblia y desde luego muchos Cruzados (de cable también). Ésta última es más parecida a la que se nos viene ahora, pues ya estaba a la orden del día el control de los medios.
La manera en la que, los medios y dirigentes políticos, criminalizan a toda una cultura es una especie de insulto a la cordura de una Europa que se entiende leída y sabida de sus errores del pasado. La creación de odio y fomentación de miedo puede ser comparable a la que precedió a la muerte de millones de judíos.
El terrorismo es una pata que cojea en la humanidad, una lacra para la democracia y para el bienestar. Pero no se esconde tras una sola frontera, ni tan sólo tras una religión. Menos se esconde en un solo sitio el castigo a la libertad de expresión, sobre todo publicando desde un país donde hay una ley conocida como mordaza.
O pregunten la libertad de expresión que tienen niños camboyanos fabricando zapatillas Nike o subsaharianos balanceándose en la valle de Melilla.
Las cosas no se arreglan, si es que hay algo que arreglar, a disparo limpio, pero no juzguen a una cultura entera por un grupo de Cruzados (de cable) con el Corán bajo el brazo.