Feliz l15ertad de expresión

Tres individuos decidieron en el corazón de Europa borrar –con AK-47 y no con goma- opiniones libres dibujadas con el arma más insignificante: un lápiz.

No parecía empezar mal el 2015 para el periodismo español, casi al compás de las 12 campanadas, esas en las que muchos andaluces optaron por filmarse, Pedro Jota daba a conocer su nueva andadura periodística una vez liberado de las cadenas del monstruo en el que se ha convertido su creación: ‘El Mundo’. El mesías escogió twitter para anunciar el nacimiento en diferido de: ‘El Español’. Nombre castizo para un diario que no olerá a papel, ni falta que le hace.

Sin embargo, todo se tornó a negro en la mañana del 7 de enero y no por los restos de carbón de sus majestades. Aunque también con influencias de Oriente, tres individuos decidieron en el corazón de Europa borrar –con AK-47 y no con goma- opiniones libres dibujadas con el arma más insignificante: un lápiz. Las balas contra la mina y el grafito. La batalla desigual que promueve la intolerancia.

Pero como la felicidad y la tristeza, como la pobreza y la riqueza, la libertad de expresión también va por barrios. Resulta sonrojante que siguiendo con el tema de la férrea defensa a la libertad de expresión la Audiencia Nacional decidiese imputar un día más tarde a un humorista por una parodia en televisión. Siete días después, la causa se ha archivado. Nada ha tenido gracia.

España ya ha dado numerosas muestras de su particular versión de la “libertad de expresión”. El secuestro de la portada de ‘El Jueves’ y cierres de periódicos como ‘Egin’ y ‘Egunkaria’ no han hecho más que silenciar posturas que resultaban incómodas. Rajoy es una contradicción en sí mismo, tras vejar el derecho a la manifestación con su bien llamada ‘Ley Mordaza’ se halló de manera paradójica en una en París. Algo más conocido como libertad de hacer lo que me plazca.