El sí pero no de Bergoglio
No hay cosa que más me aterre que encontrarme con un ‘pero’ en mitad de una oración. Y es que la experiencia me dice que lo que normalmente viene después no suele ser bonito.
No hay cosa que más me aterre que encontrarme con un ‘pero’ en mitad de una oración. Y es que la experiencia me dice que lo que normalmente viene después no suele ser bonito.
No hay cosa que más me aterre que encontrarme con un ‘pero’ en mitad de una oración. Y es que la experiencia me dice que lo que normalmente viene después no suele ser bonito.
La verdad es que es una conjunción retorcida. Generalmente la utilizamos cuando queremos argumentar y ser políticamente correctos al mismo tiempo porque intuimos que lo que vamos a decir no va a ser bien recibido. Por ello intentamos suavizar el mensaje al principio, mostrarnos de acuerdo con la otra idea si es preciso, para después soltar un ‘pero’. Y es ahí cuando florece lo que realmente pensamos, y a veces incluso, donde sacamos lo peor de nosotros mismos. Pasa en las mejores familias.
Aunque hay ‘peros’ mucho más desafortunados que otros, y si no que se lo pregunten al señor Bergoglio, a quien en esta ocasión la “campechanía” a la que nos tiene acostumbrados se le ha ido de las manos al expresarse sobre los atentados de París diciendo: “Matar a un hombre es una aberración pero tampoco se puede provocar ni insultar la fe de los demás”. Vamos, que los dibujantes no se lo merecerían, pero se lo habían buscado. Porque en lo tocante a las religiones tienes que elegir entre seguridad y libertad.
Una condena seguida de un ‘pero’ bochornoso que la contradice. Con lo sencillo que hubiera sido terminar la frase justo antes del ‘pero’…
Se equivoca Bergoglio si de verdad considera que una sátira puede tener la más mínima responsabilidad de desencadenar un asesinato como el del día 7, si en el uso de la libertad de expresión de unos caricaturistas ve una provocación que de alguna manera tienta a ser sofocada a tiros. Se equivoca en lanzar ese pero que únicamente da más munición a los terroristas, a los integristas y a los totalitarios.
Porque ningún dios está por encima de cualquier ser humano. Y ante eso no hay peros que valgan.