THE OBJECTIVE
Laureano Marquez

No entiendo

Según cuenta su madre, Kenji Goto siempre quiso salvar vidas de niños afectados por las guerras. Se fue al Medio Oriente para tratar de ayudar a aliviar el sufrimiento de la gente de Siria de la única manera que sabía hacerlo.

Opinión
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Según cuenta su madre, Kenji Goto siempre quiso salvar vidas de niños afectados por las guerras. Se fue al Medio Oriente para tratar de ayudar a aliviar el sufrimiento de la gente de Siria de la única manera que sabía hacerlo.

 

Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca preguntes por quién doblan las campanas: doblan por ti. 

JOHN DONNE

Uno quiere creer que la humanidad avanza en la lucha entre la civilización y la barbarie que cada uno de nosotros arrastra desde el fondo de la historia. Uno quiere pensar que este animal racional que somos —dueño de una sensibilidad que le hace conmoverse frente a la belleza y amar a otro ser humano hasta el límite de sus fuerzas y de sus posibilidades de entrega— no es capaz ya de asesinar cruelmente a un semejante en nombre de algo, porque el único algo que hay, en el fondo, es la dignidad humana. Sin embargo, por lo que se ve, no corren buenos tiempos para la razón.

Según cuenta su madre, Kenji Goto siempre quiso salvar vidas de niños afectados por las guerras. Se fue al Medio Oriente para tratar de ayudar a aliviar el sufrimiento de la gente de Siria de la única manera que sabía hacerlo. Se fue a cumplir con su trabajo de periodista: documentar el horror del fanatismo; y terminó haciéndolo con el sacrificio de la propia vida.

No entiendo japonés. No sé qué dice el letrero y nunca habría sabido de Goto a no ser por la crueldad de su asesinato. Japón, el Medio Oriente quedan tan lejos de mí y, sin embargo, los siento hoy tan cercanos… El Estado Islámico toca igualmente a la puerta de mi casa. Esa sonrisa y esa lágrima son también las mías. Sin saber qué dice el cartel, estoy seguro de que me involucra y también me retrata.

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