THE OBJECTIVE
Gerardo Cabrera Campos

Que la verdad sea juzgada

No hay más qué contar, porque todo ya está dicho y supuesto. La guerra mundial es ahora, y por ello espero que todo sea verdad y que esa verdad sea juzgada.

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Que la verdad sea juzgada

No hay más qué contar, porque todo ya está dicho y supuesto. La guerra mundial es ahora, y por ello espero que todo sea verdad y que esa verdad sea juzgada.

Hace unos días vi al piloto jordano morir enjaulado. Quemado. Aplastado. Sentí una pena fatal y resignada, no porque es un combatiente caído, sino porque uno de mis mejores amigos, Möád Al Rahamneh, es un jordano. Lo conocí en Pamplona. Él me comentaba el difícil conflicto en Medio Oriente, la razón de su religión, sus creencias, sus comidas, las políticas del rey Abdalá, su novia andaluza.

Éramos dos en un país distinto. Un latinoamericano y un musulmán estudiantes, uno para el Periodismo y el otro para el doctorado en epidemiología. Después de meses, entonces, el hecho de ver la terrorífica imagen de Muaz Al Kasasbeh, fue irresistible. Vi a mi amigo allí, con esa mirada perdida, y recordé las conversaciones de café que teníamos sobre lo brutal y hasta extremista que podría ser la ofensiva ideológica del Estado Islámico.

Vemos ahora que todo eso es verdad, o se hizo verdad. Incluso las superproducciones tipo Hollywood que se maquinan para mostrar al mundo el terror y el mensaje de una ejecución. Todo eso lo suponíamos, lo dibujábamos, lo bromeábamos. ¿Qué sentirá ahora él, allá en la nieve de Pamplona, viendo esas noticias sobre Muaz? No le quiero preguntar.

Este texto para mi amigo y para Kerak, el pueblo de Al Kasasbeh. No hay más qué contar, porque todo ya está dicho y supuesto. La guerra mundial es ahora, y por ello espero que todo sea verdad y que esa verdad sea juzgada.

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