La muerte te vistió de naranja

El asesinato infamante del piloto jordano, vestido con la ya tradicional túnica naranja, ha llenado de pavor al mundo. La víctima era un musulmán suní. Los matarifes, chiíes.

El asesinato infamante del piloto jordano, vestido con la ya tradicional túnica naranja, ha llenado de pavor al mundo. La víctima era un musulmán suní. Los matarifes, chiíes. Rociaron sus ropas con gasolina, lo metieron en una jaula y le prendieron fuego. Hicieron un vídeo con la macabra cobardía ¡Angelitos!

No me vale argüir que nos encontramos ante una guerra de religión, como las que hubo entre cristianos y moros o entre católicos y protestantes. En los últimos siglos hemos asistido a un progreso moral como tendencia, aunque hayamos visto también retrocesos de barbarie. Pero ahora no se trata de matanzas en escondidos campos de exterminio. Lo nuevo es que el holocausto se hace urbi et orbi a través de la televisión. De ese modo la plaza pública es ahora todo el mundo ¿Se enseñarán esos vídeos en las madrazas o las mezquitas?

Lo peor es que no existe ninguna autoridad que pueda juzgar esta modalidad de crímenes propagandísticos. No se vislumbra el equivalente de un tribunal de Nuremberg para estas tropelías exhibicionistas. Todo lo más se espera una venganza o represalias de los suníes contra los chiíes. En ningún caso se vislumbra la autoridad de un tribunal de jueces profesionales ¿Dónde están los adalides de la “alianza de civilizaciones”? Agazapados los veo ¿A dónde fueron a parar nuestros dineros para tan piadoso propósito?

No me convence la idea apaciguadora de que el islam es una religión como otra cualquiera; que los fundamentalistas son solo una pandilla de fanáticos. No, el islam genera ese tipo de barbarie de manera natural con la inexorable querencia de la ley de la gravedad. Ya sé, “no todos los musulmanes son terroristas”. Sí, pero estos terroristas suelen ser musulmanes. Se podrá discutir la posibilidad de la pena de muerte, aunque siempre con garantías jurídicas, pero  no la ejecución pública ante las cámaras de televisión.

Me gustaría saber quién vende las armas de marca a estos criminales. No quiero creer que mi país colabora en un mercado tan atroz. Hay formas mucho más limpias de ganar dinero. Alentémoslas.