De la indiferencia a la implicación
Lo cierto es que están muriendo personas injustamente. Niños y adolescentes como los que tengo en mis aulas puede que mañana no puedan ver la luz del día al ser arrebatada su vida por un misil o un contraataque nocturno.
Lo cierto es que están muriendo personas injustamente. Niños y adolescentes como los que tengo en mis aulas puede que mañana no puedan ver la luz del día al ser arrebatada su vida por un misil o un contraataque nocturno.
Si mañana le preguntara a mis alumnos algo cómo “¿qué sabéis de la Guerra en Siria?” Lo más probable es que volverían a los tópicos y me responderían que “allí se matan musulmanes”, “están muriendo muchas personas”, “ellos se lo han buscado”, “es una cuestión política”, “pobres todos los que sufren” o “eso me da mucho miedo”. Incluso, puede que alguno sienta una total indiferencia ante todo lo que se está viviendo en esas tierras. Hasta cierto punto lo puedo comprender: no les toca directamente, los medios venden lo que les conviene y la capacidad de empatía, normalmente, es baja ante todos los estímulos que están recibiendo a diario a través de todos los canales de comunicación.
Sin embargo, lo cierto es que están muriendo personas injustamente. Niños y adolescentes como los que tengo en mis aulas puede que mañana no puedan ver la luz del día al ser arrebatada su vida por un misil o un contraataque nocturno. Chicos de 16 años ya no saben lo que es un libro ya que en su lugar se conocen el funcionamiento a la perfección de los rifles y las kalashnikov. Familias enteras, del perfil de mis estudiantes, tiene que huir dejándolo todo atrás, presas del miedo y de la desesperación.
Mientras todo esto sucede, no deja de ser chocante la pasividad con la que contemplamos todas las imágenes. Es como si ninguna mirada de sufrimiento repercutiera en nuestro estado de bienestar. Bienestar que parece se viene a afirmar más con la supuesta salida de la crisis de España. Sin embargo, creo que es necesario hacer algo para dar voz a aquellas personas que la han perdido hace mucho tiempo y es obligatorio pensar en soluciones sencillas que contribuyan con la creación de la paz. Dejarles morir no es la respuesta.