Indignarse en clave política
Desde que Stéphane Hessel publicara en 2010 su libro Indignez-vous! parece haberse producido un cambio de mentalidad social en todos los países del mundo.
Desde que Stéphane Hessel publicara en 2010 su libro Indignez-vous! parece haberse producido un cambio de mentalidad social en todos los países del mundo.
Desde que Stéphane Hessel publicara en 2010 su libro “Indignez-vous!” parece haberse producido un cambio de mentalidad social en todos los países del mundo. Fuera o no la mecha que despertó las conciencias colectivas, lo cierto es que desde ese año se han producido protestas casi constantes en casi todos los países del mundo criticando el status quo imperante.
En el caso de la India, Arvind Kejriwal, exfuncionario de Hacienda, es el gran referente del movimiento indignado. Su pasado activista se remonta a muchos años, siendo ya galardonado en el año 2006 con el prestigioso premio Ramon Magsaysay, considerado el Nobel asiático, por su lucha contra la corrupción del país.
La deriva política de Kejriwal tiene lugar durante sus protestas anticorrupción que llevó a cabo junto con el gandhiano Hanne Hazara en Delhi en el año 2011, en un movimiento con ciertas similitudes con el 15-M español. Un año después de esta protestas monta un partido propio, el Partido del Hombre Común (AAP), que sorprende en los comicios regionales de 2013 logrando el segundo puesto en Delhi (28 escaños), cuatro menos que el partido del gobierno (BJP: 32 diputados), lo que le permite hacerse con el gobierno gracias al apoyo del Partido del Congreso (INC). La imposibilidad de aprobar una ley anticorrupción condenó al gobierno de Kejriwal, el cual presentó su dimisión a los 49 días de gobierno. Sin embargo, aún siendo un período de gobierno muy breve, su gobierno tuvo tiempo de tomar ciertas medidas muy populares (rebajar el precio de la electricidad y ofrecer agua gratis), además de plantear una nueva forma de hacer política, ofreciendo una imagen más cercana y renunciando a su propia seguridad privada.
La dimisión de Kejriwal supuso el fracaso de su partido en las elecciones presidenciales de 2014 (4 escaños de 543) y una avalancha de críticas por parte de los partidos tradicionales, que lo tacharon de anarquista e irresponsable. Pero ahora, y tras haber pedido disculpas a sus electores por su prematura dimisión, la política le ha dado una segunda oportunidad. Esta misma semana, su partido ha arrasado en las elecciones regionales del estado de Delhi, consideradas un termómetro muy fiable de la situación política del país. Este resultado supone el primer golpe electoral al primer ministro, Narendra Modi (BJP), el cual había venido ganando prácticamente todas las elecciones regionales desde el pasado mayo, cuando obtuvo la victoria en las generales.
El patrón observado en la India no es más que una confirmación del modelo político que estamos viendo en tantos otros países, donde la indignación pasa a ser canalizada por ciertos partidos políticos que proponen un cambio del sistema desde dentro. De momento sí se puede hablar de que habrá cambios, aunque el éxito o fracaso de estos partidos estará en la efectividad de sus medidas y en su alejamiento de los modelos tradicionales de hacer política.