THE OBJECTIVE
Fernando Garcia Iglesias

Oda a la Black Mamba

Oh, Black Mamba, la novia casi, casi cadáver, mi dulce y delicada Beatrix Kiddo. Nunca una katana lució tan resplandeciente como cuando la blandiste entre tus finas y blancas manos, nunca un rostro ensangrentado fue tan bello.

Opinión
Comentarios

Oh, Black Mamba, la novia casi, casi cadáver, mi dulce y delicada Beatrix Kiddo. Nunca una katana lució tan resplandeciente como cuando la blandiste entre tus finas y blancas manos, nunca un rostro ensangrentado fue tan bello.

Oh, Black Mamba, la novia casi, casi cadáver, mi dulce y delicada Beatrix Kiddo. Nunca una katana lució tan resplandeciente como cuando la blandiste entre tus finas y blancas manos, nunca un rostro ensangrentado fue tan bello.

La revancha como un designio divino te hizo despertar del coma, ya sin hija y sin fuerzas. Había que matar a todos y matar a Bill. Ni los cerezos se atrevieron a florecer a tu llegada a Japón, porque competir con tus cabellos dorados era una batalla perdida. Todas las luces de la ciudad se oscurecieron y solo tus ropas amarillas resplandecían más que los letreros en hiragana y katakana de Shinjuku. Nunca una mujer podrá vestir el color amarillo como tú lo hiciste. Te observé mientras danzabas en la batalla y cortabas brazos y piernas, y sacabas ojos de sus cuencas con tus dedos afilados. Daba igual que fueran ochenta u ochocientos los yakuzas que se atrevieron a cruzar la mirada con tus ojos azules cargados de venganza. Los soldados de O-Ren Ishii jamás verían otro sakura. Yo te vi cuando corriste sobre la nieve teñida de sangre en el jardín zen de la Casa de las Hojas Azules, y te hiciste samurái al ritmo latino de Santa Esmeralda. Temí por ti, cuando la malvada te rasgó la espalda y el silencio se posó en la escena, solo roto por el agua de la fuente y el viento que mecía la nieve. Te alzaste dolorida pero con la fuerza que da la épica, y fugaz, como flotando, empuñaste la Hattori Hanzo y le enseñaste a O-Ren que a la pequeña chica caucásica también le gusta jugar con espadas de samurái.

Oh, Beatrix Kiddo, mi sanguinaria y bella Black Mamba. Vaya aquí, en estas líneas, el leve homenaje a esta musa guerrera abrazada a una katana. Vaya aquí mi gratitud a Tarantino que te creó, para que nunca la historia del cine te pueda olvidar ya.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D