Los gritos del silencio

Los fiscales, políticos y opositores a la Kirchner marchan en silencio, pero son un grito estremecedor que ella no quiere oír.

La foto de Enrique Marcarian es paradigmática. Una marcha en silencio en homenaje al fiscal Nisman que puebla las calles del centro de Buenos Aires. El fiscal es un muerto que parece viviente, que habla a gritos desde su silencio mortal, y que tiene a la Kirchner acorralada, aunque ella pone cara de yo no fui y actúa como si no fuera con ella. Las acciones legales puede que no prosperen, porque en Argentina tampoco hay seguridad jurídica, pero el chiringuito se le puede caer cuando prepara su sucesión por algún títere.

Los manifestantes no solo marchan en silencio, sino que por la lluvia se ven obligados a hacerlo con los paraguas abiertos. Para protegerse de las lágrimas que caen del cielo en honor a Nisman y para soportar la que les está cayendo con una presidente patética, corrupta, demagoga y que como todos sus iguales termina vinculada al crimen organizado desde el poder.

Los fiscales, políticos y opositores a la Kirchner marchan en silencio, pero son un grito estremecedor que ella no quiere oír. Son argentinos hastiados de que el país se vaya al garete por la mangancia que ocupa la Casa Rosada desde hace tiempo. Piden que se aclare la muerte de Nisman, pero más allá, piden salir del hoyo, aspiran a que uno de los países más ricos del mundo pueda algún día vivir en democracia real y salir del agujero económico al que les ha llevado la codicia de los gobernantes corruptos.