¡Disparen, pendejos!
La impresionante fotografía de Carlos Eduardo Ramírez nos lleva en la imaginación a la famosa plaza de Tiannamen, en la que un anónimo pequinés se enfrentaba a un tanque amenazador. En este caso el joven arrodillado, con el torso desnudo y los brazos en cruz, presenta una actitud desafiante pero humilde.
La impresionante fotografía de Carlos Eduardo Ramírez nos lleva en la imaginación a la famosa plaza de Tiannamen, en la que un anónimo pequinés se enfrentaba a un tanque amenazador. En este caso el joven arrodillado, con el torso desnudo y los brazos en cruz, presenta una actitud desafiante pero humilde.
La impresionante fotografía de Carlos Eduardo Ramírez nos lleva en la imaginación a la famosa plaza de Tiannamen, en la que un anónimo pequinés se enfrentaba a un tanque amenazador. En este caso el joven arrodillado, con el torso desnudo y los brazos en cruz, presenta una actitud desafiante pero humilde. Transmite la acusación de la brutalidad de la policía venezolana. ¿O habría que decir bolivariana? Detrás de él, una mujer llora. El Sol vertical nos indica que estamos en el Trópico.
Se ha dicho mil veces que el Estado ejerce el monopolio de la violencia legítima. Pues bien, en Venezuela no existe propiamente el Estado, por muy bolivarianos que se pongan sus gerifaltes. Son muchos los datos que avalan tal suposición. Por lo que respecta a los españoles, Venezuela ha sido el “santuario” acogedor de los terroristas vascos. La policía reprime las manifestaciones con disparos al aire que causan muertos. Seguramente eran manifestantes voladores. La violencia privada está al cabo de la calle. Los asesinatos son cosa corriente. Los opositores al régimen van directamente a la cárcel militar sin contemplaciones. ¿Qué más se necesita para concluir que Venezuela es una dictadura?
La gran paradoja es que Venezuela es uno de los países con más reservas de petróleo, aparte de la riqueza de maderas y minerales. Sin embargo, los venezolanos encuentran racionados los alimentos y demás artículos de uso cotidiano. Encima de represor, el régimen bolivariano (¡pobre Bolívar!) resulta ineficiente.
Lo que sorprende en España es que haya un partido emergente, “Podemos”, que se vea favorecido por la munificencia económica del Gobierno venezolano. Lo que resulta más ominoso, ese partido trata de convencernos de que el sistema político de Venezuela equivale a la perfección democrática. El disparate no puede ser mayor. O sí.