Sangre y petróleo

El neo-imperio de los EE UU es una demoledora máquina de matar que no ha parado de expandirse desde 1890.Su política exterior es siempre la misma: ‘Obedece o serás aniquilado’.

El neo-imperio de los EE UU es una demoledora máquina de matar que no ha parado de expandirse desde 1890.

Su política exterior es siempre la misma: ‘Obedece o serás aniquilado’. Pero hay veces que ni siquiera el arrodillarse satisface la soberbia del Tío Sam.

Tal es la historia reciente de Libia y su dirigente, Muamar el Gadafi. Un estado llamado ‘terrorista’ que hizo sus deberes capitalistas y se convirtió en ‘miembro de la comunidad internacional’, una nación soberana que pasó de estar entre las más ricas de África a convertirse en un nido de odio, esta vez del de verdad, del que pone bombas en Europa.

Y es que una vez los cazas del águila masona han matado a soldados y niños, luego vienen las tropas que ocupan los lugares estratégicos: pozos y refinerías. Y el resto del país… que se hunda en la laguna del olvido, esa de la que tanto gusta beber el enfermizo ‘Primer mundo’.

Es mejor que el país siga sumido en una guerra civil interminable como Irak. Que la gente se preocupe por si podrá comer mientras sus riquezas van a manos de las multinacionales. Mantener al pueblo Libio al borde de la muerte, mientras en la Casa Blanca cien avestruces engalanadas bailan al compás de Johann Strauss.

Que se encargue la señora de la limpieza: Madame ONU. La OTAN no perderá ni un solo soldado para imponer el orden porque ya obtuvo lo que quería.

Tengo la impresión de que al igual que Afganistán, Libia no será humanamente gobernable o habitable en los próximos diez años. ¿Apostamos?