Malditos héroes
El asesinato, al igual que el de Chris Kyle, pone de relieve la relación de amor odio de Norteamérica con sus héroes y con el sistema que les sustenta y que ellos mismos representan.
El asesinato, al igual que el de Chris Kyle, pone de relieve la relación de amor odio de Norteamérica con sus héroes y con el sistema que les sustenta y que ellos mismos representan.
El juicio por el asesinato de Chris Kyle, el francotirador más letal de la historia militar norteamericana, ha tenido en vilo a Estados Unidos, que ve en el caso una apasionante continuación del reciente biopic sobre Kyle, “American Sniper”, nominado a mejor película en la última edición de los Oscars.
El film narra el descenso a los infiernos de Kyle durante los años que estuvo en Irak protegiendo a las tropas como retaguardia. Su infalible puntería le valió el sobrenombre de ‘leyenda’, puso fin a las vidas de casi 200 iraquíes y salvó las de muchos combatientes norteamericanos, menos las de sus compañeros más queridos. A su regreso a Estados Unidos fue tiroteado por un ex marine al que estaba ayudando a reinsertarse en la vida civil.
Curiosamente, “American Sniper” ha compartido nominaciones con otro biopic sobre un ‘american hero’ abatido a balazos: “Foxcatcher”. Basada en un suceso que conmocionó a Estados Unidos en los años 90, la película cuenta la historia de los hermanos Schultz, dos medallistas olímpicos reclutados por un multimillonario filántropo para impulsar su centro de entrenamiento deportivo, destinado a preparar atletas con los que representar a Estados Unidos en los Juegos Olímpicos. El mecenas, cuya fortuna familiar encuentra su origen en la venta de pólvora durante la Guerra de Secesión, mata al mayor de los hermanos al no atender a sus requerimientos por hallarse disfrutando de un día libre en familia. El asesinato, al igual que el de Chris Kyle, pone de relieve la relación de amor odio de Norteamérica con sus héroes y con el sistema que les sustenta y que ellos mismos representan. Un sistema, como el propio país, forjado a base de afán de autosuperación pero también de balas y dólares, en el que las fortunas privadas se apropian, por ejemplo, a través del mecenazgo y la filantropía, de las funciones del Estado convirtiendo así al ciudadano en una suerte de rehén al que moldear y del que disponer, ya sea requiriéndole incluso en sus días libres o enviándole a guerras provocadas con fines económicos y destinadas a enriquecer a unos pocos.
Durante la última gala de los Oscars ninguno de estos dos héroes caídos en desgracia se alzó con la estatuilla, pero el hecho de que hayan sido resucitados en la gran pantalla demuestra que Hollywood, fábrica de sueños, sigue siendo rehén del lado más oscuro y fascinante del sueño americano.