Argentina perjudica gravemente la salud
Se trata de que el nuevo ministro de salud argentino, Daniel Gollán, todavía no ha calentado la poltrona y ya está diciendo que va a matar niños antes de que nazcan.
Se trata de que el nuevo ministro de salud argentino, Daniel Gollán, todavía no ha calentado la poltrona y ya está diciendo que va a matar niños antes de que nazcan.
No se trata de la corrupción endémica, ese oprobio de las élites criollas; ni de que a los fiscales comprometidos se les ocurra morirse de repente por culpa de un disparo en la cabeza. No. Se trata de que el nuevo ministro de salud argentino, Daniel Gollán, todavía no ha calentado la poltrona y ya está diciendo que va a matar niños antes de que nazcan. El lobby abortista es poderoso: incluye a grandes multinacionales farmacéuticas y centros de poder financiero controlados por los hijos de la viuda. Gollán es un lacayo de esta élite de usureros y miente al decir que el aborto «es la principal causa de muerte materna». Es una mentira que repite hasta la saciedad el lobby abortista, al más puro estilo del doctor Goebbels.
Daré algunos datos antes de que mis comentaristas se pongan como la niña del exorcista. De 1990 a 2010 la mortalidad materna en general descendió un 30,6 %. En México, por ejemplo, la mortalidad asociada a abortos inducidos disminuyó un 22,9 % entre 2002 y 2008: 1,14 muertes por cada 100.000 nacidos vivos. Para muchos científicos -no todos son abortistas, ni ateos, ni están comprados por algún lobby-, solo se pueden esperar efectos «marginales o nulos» sobre las tasas de mortalidad materna al legalizar el aborto. La salud materna, concluyen, se beneficiaría enormemente incrementando el acceso a cuidados de emergencia y de obstetricia especializados. O sea, sanidad pública como Dios manda. Lo fácil, lo rentable, lo criminal, es lo que propone el ministro Gollán y consienten en España casi todos los partidos: liquidar a los niños.
Y ya que hemos citado a Goebbels, destaquemos la sinceridad de los nazis. No tenían ningún pudor en anunciar sus políticas eugenésicas. Perseguían sin disimulo a todos aquellos que pertenecían a razas que ellos consideraban inferiores. Mataban, pues, sin disfrazar el crimen con la máscara de un supuesto derecho. Ninguna mujer tiene derecho a deshacerse de un cuerpo que no es suyo: el de su hijo. Y si lo hace, como el niño -dicen- no es un ser humano, que lo cocine al ajillo, o con salsa de almendras, y se lo coma plácidamente. Es una manera como otra cualquiera de disfrutar de un hijo.
Post Scriptum: Leo en el programa de un partido político español, progresista y de centroizquierda, que “la interrupción voluntaria del embarazo en la inmensa mayoría de los casos supone una decisión traumática”. Veamos, ciudadanos: matar es un crimen, no un trauma. Si la ley permite el aborto es porque presupone que no estamos matando a ser humano alguno. Ergo, si no estamos matando a ningún ser humano, la decisión no es traumática. Si la decisión es traumática es solo porque al abortar quizá SÍ estamos matando a un ser humano. Y si estamos matando a un ser humano, la ley no puede permitir el aborto en ningún caso.
Qué trauma ni qué niño muerto. Además de homicidas, fariseos sensibleros.