Carácter ruso
No hay punto intermedio, no hay debate posible. Rusia es un país duro, que lucha por abrirse al futuro, pero que choca con su propio carácter.
No hay punto intermedio, no hay debate posible. Rusia es un país duro, que lucha por abrirse al futuro, pero que choca con su propio carácter.
Recuerdo perfectamente la entrevista telefónica con el director Nikita Mikhalkov, hábil cineasta, de fuerte personalidad y habitual contertulio de la TV rusa. Fue en 2007, con motivo de la presentación de su filme “12”, un remake de “12 Hombres sin piedad” de Sidney Lumet. Me llamó la atención que Mikhalkov se negó a reconocer que su filme tuviera algo que ver con el de Lumet, llevándome a pensar que, aunque admirase la obra original, el cineasta ruso vivía en un mundo llamado Rusia, inmóvil e inaccesible. Mikhalkov me comentó que trabaja en Rusia para Rusia, y si en el extranjero sus películas son aceptadas, él lo celebraba, pero afirmó que jamás trabajaría para Hollywood. Unos años mas tarde entrevisté al hermano de Mikhalkov, el director Andrey Konchalovsky, quien no solo adoptó el apellido de su madre, sino que no dudó en marcharse a trabajar al extranjero, dirigiendo grandes producciones norteamericanas y europeas. El enfrentamiento entre dos hermanos cineastas de gran calibre, resume de un modo práctico la situación que atraviesa Rusia desde la caída del telón de acero. Nos encontramos frente a una dicotomía realmente interesante, sin luz al final del túnel. La madre Rusia contra el futuro.
Trabajar con rusos es una aventura. O eres ruso y vives en Rusia, o te vas de Rusia…y entonces pueden suceder dos escenarios: que sigas considerándote ruso y defendiendo a Rusia, pero viviendo en países mas democráticos y sólidos (con el punto de hipocresía que implica) o que dejes a un lado la madre patria y te dediques a hacer campaña en contra de Putin, su pasado y sus ambiciones (sin entrar a juzgar). No hay punto intermedio, no hay debate posible. Rusia es un país duro, que lucha por abrirse al futuro, pero que choca con su propio carácter.
En ocasiones ignoramos que lo desconocido es lo que define nuestra existencia.