Misión cumplida
Bravo. Lo hemos conseguido. Unos por otros se continúan matando en una lucha sin final. Unos luchan por extrañas reivindicaciones, por intereses políticos y económicos, por convencimiento fanático o por llano y simple desprecio a lo distinto y a lo diferente.
Bravo. Lo hemos conseguido. Unos por otros se continúan matando en una lucha sin final. Unos luchan por extrañas reivindicaciones, por intereses políticos y económicos, por convencimiento fanático o por llano y simple desprecio a lo distinto y a lo diferente.
Bravo. Lo hemos conseguido. Unos por otros se continúan matando en una lucha sin final. Unos luchan por extrañas reivindicaciones, por intereses políticos y económicos, por convencimiento fanático o por llano y simple desprecio a lo distinto y a lo diferente. Otros luchan por recuperar aquello que han perdido: casas, terrenos, vida, personas. Pero ambos se convierten en víctimas de una estructura que les ha llevado a olvidarse de la humanidad en función del odio y la estupidez humana. En ambos casos, se pierde todo y a la vez se consiguen victorias transitorias amparadas en muchos casos por el deseo de venganza o la búsqueda de la supuesta justicia ante los crímenes cometidos.
El problema es que mientras ellos luchan por las causas que sean, nosotros estamos cómodos en nuestra realidad. Vemos noticias acerca de lo que sucede en orienta y con franqueza nos impactan pero solo momentáneamente; después de todo, ya estamos acostumbrados al paso de la muerte en el terreno de personas que se encuentran muy distantes de nuestras casas.
Comentamos la irracionalidad de lo que sucede, pero la tertulia se convierte en un discurso vacío de contenido y de compromiso pues no nos moviliza a la acción. Nos cuestionamos por lo que podríamos hacer pero la respuesta no encuentra calado al ser atrapada por las prisas y la capacidad de indiferencia que engrosa la cuenta corriente de nuestra vida. Así, la empatía ha desaparecido y la queja desinteresada toma su lugar.
Bravo, en verdad hemos conseguido hacernos insensibles a lo que sufren, del bando que sea, unos y otros. Niños que abandonan su niñez en función de las armas, madres que ven partir a sus hijos hacia una guerra vacía, hijos que ven cómo se destruyen