THE OBJECTIVE
Alejandro Cao de Benos

Cruz de navajas

Se trata de la desesperación de un ciudadano harto de estar dominado por los intereses armamentísticos de EE.UU. Cansado de ver cómo sus familiares fallecen sin abrazar a sus hermanos del Norte mientras un portaaviones nuclear simula un ataque a Pyongyang.

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Cruz de navajas

Se trata de la desesperación de un ciudadano harto de estar dominado por los intereses armamentísticos de EE.UU. Cansado de ver cómo sus familiares fallecen sin abrazar a sus hermanos del Norte mientras un portaaviones nuclear simula un ataque a Pyongyang.

Corea del Sur permanece ocupada militarmente por el Ejército de los EE.UU. desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Los marines se pasean en uniforme por las calles de Seúl con la arrogancia típica del cowboy que se cree superior a los nativos por llevar un parche con barras y estrellas y enfundar un revolver Colt.

Las bases de los defensores de la ‘democracia’ están flanqueadas de prostíbulos con menores de edad, reviviendo el doloroso recuerdo de las esclavas sexuales coreanas que eran violadas sistemáticamente por los militares nipones en los años 30.

Pero los ciudadanos empiezan a estar hartos de abusos, robos, asesinatos y lo que es peor, las incesantes maniobras militares que atraen al fantasma de la guerra. Ese que ya visitó Corea del 50 al 53 y dejó millones de muertos. Una bomba por habitante que convirtió una nación en un laberinto de ruinas.

Corea es una sola y pertenece al pueblo coreano, no es parte de ningún imperio.

Pronto se apresuraron los medios del capital a maquinar la relación de Corea del Norte en el asunto. Será un espía, un bandolero. Pero no. Se trata de la desesperación de un ciudadano harto de estar dominado por los intereses armamentísticos de EE.UU. Cansado de ver cómo sus familiares fallecen sin abrazar a sus hermanos del Norte mientras un portaaviones nuclear simula un ataque a Pyongyang.

Y no es sólo uno, bien lo saben los G.I. Joe’s cuando se encuentran carteles en las cafeterías que rezan: ‘No está permitida la entrada a soldados norteamericanos’.

Ahora más que nunca: Yankee GO HOME! Si quieren mantener la economía basada en el armamento que lancen misiles en su propio territorio. De lo contrario tendrán que llenar las cárceles de Corea del Sur con la Ley de Seguridad Nacional que aplican a cualquiera que no se somete al dictado del Tío Sam.

Corea es una y al embajador Lippert se lo han grabado en su carne, una actuación incorrecta pero comprensible, en una Corea del Sur que no tiene soberanía y es manipulada al antojo de los grandes señores de la guerra.

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