Mapas a la eternidad
El Dalai Lama quiere ser la última reencarnación de Buda en la tierra. El rostro definitivo del dios y, por tanto, el que el mundo recordará ad eternum. Silvio, Superhombre al dente, le planta cara al tiempo mediante el eterno retorno. Al igual que su coetáneo tibetano está decidido a ser la reencarnación definitiva, en su caso, de una Italia chusca y facinerosa.
El Dalai Lama quiere ser la última reencarnación de Buda en la tierra. El rostro definitivo del dios y, por tanto, el que el mundo recordará ad eternum. Silvio, Superhombre al dente, le planta cara al tiempo mediante el eterno retorno. Al igual que su coetáneo tibetano está decidido a ser la reencarnación definitiva, en su caso, de una Italia chusca y facinerosa.
En una escena de la recién estrenada película de David Cronenberg, “Maps to the stars”, Savannah, una actriz de mediana edad en crisis interpretada por Julianne Moore, le habla a su nueva asistente de lo ‘cool’ que es el Dalai Lama. Dopada por uno de sus habituales batidos de ansiolíticos, le relata cómo conoció al líder espiritual para acabar revelándole algo que, tras décadas viendo al susodicho alternar con Richard Gere, Carla Bruni o el Príncipe Charles, podíamos imaginar: “es la clase de tío con el que te irías de marcha”. Seguro que Silvio Berlusconi también. Solo que a la hora de pasar una noche loca el ‘cavaliere’, con predilección por las ‘lolitas’, probablemente no incluyese a Savannah en su séquito.
La reencarnación de Buda en la tierra y el maestro del ‘bunga bunga’ tienen 79 años y parece como si ambos estuvieran empeñados en hacer suyo el título del clásico hollywoodiense “De aquí a la eternidad”. La semana pasada Berlusconi se libraba de una pena de 7 de años de cárcel por abuso de poder y pagar a prostitutas menores de edad. Pletórico y para espanto o deleite de los italianos, anunciaba su enésimo retorno a la política. Entretanto Tenzin Gyatso, el actual Dalai Lama, se encontraba con la oposición del gobierno chino a su deseo de ser la última reencarnación terrestre de Buda. Pekin afirma que es al gobierno al que corresponde decidir sobre el asunto. Desde hace tiempo el gurú tibetano se plantea poner fin a la tradición por la cual a la muerte del Dalai Lama, la iglesia budista busca pruebas de la reencarnación del dios en un niño destinado a ser el nuevo líder espiritual del Tíbet. Gyatso quiere ser el último de una larga lista. El rostro definitivo de Buda y, por tanto, el que el mundo recordará ad eternum. Silvio, Superhombre ‘al dente’, le planta cara al tiempo mediante el eterno retorno. Al igual que su coetáneo tibetano está decidido a ser la reencarnación definitiva, en su caso, de una Italia chusca y facinerosa. A diferencia de aquel, sin embargo, tiene el camino allanado pues ninguna instancia superior parece tener potestad para impedir que sacie su sed de inmortalidad aterrizando una vez más en el Quirinale. Tan solo los electores podrían poner un poco de cordura al asunto llegado el momento. ¿O le correspondería al Papa Francisco?
Madonna, reina de la reinvención y diva pragmática donde las haya, no se anda con rodeos. Con ella no hay gobiernos ni electores que valgan. Preguntada esa misma semana, a raíz de su reciente y aparatosa caída en el escenario, sobre cómo encara la idea de la muerte, contestó tajante: “Yo no voy a morir. Soy una artista. Soy eterna”. El secreto está en las sentadillas. She’s gonna carry on.