¿Qué hacemos con Siria?
Desde hace cuatro años el conflicto sirio es una de las mayores catástrofes humanitarias de la historia. El número de muertos asciende a 215.000 y los refugiados superan los 3 millones.
Desde hace cuatro años el conflicto sirio es una de las mayores catástrofes humanitarias de la historia. El número de muertos asciende a 215.000 y los refugiados superan los 3 millones.
La situación actual de Siria pone de manifiesto lo nefasta que ha sido la gestión de este asunto por parte de la comunidad internacional a lo largo de los últimos cuatro años. Las palabras de la semana pasada del Secretario de Estado norteamericano, John Kerry, aludiendo a la necesidad de negociar con el régimen de Damasco han dado lugar a numerosas interpretaciones. Países como Francia, Reino Unido y Turquía entienden que Assad no puede, de ningún modo, participar en las negociaciones. Sin embargo, las palabras de Kerry también se han interpretado como una posible rectificación de la posición norteamericana en relación con Assad en un sentido positivo.
La razón de que quepan tantas interpretaciones estriba en el hecho de que es harto complejo adivinar un futuro estable para la región y en que la situación actual amenaza con agravarse aún más – aunque parezca imposible – sin la presencia de Assad. Se teme que ocurra algo similar o peor que lo ocurrido en Libia tras la caída de Gadafi. Así lo ha puesto de manifiesto el jefe de la CIA, John Brennan, al advertir que lo último que necesita la región es que los yihadistas de ISIS tomen Damasco.
No obstante, desde hace cuatro años el conflicto sirio es una de las mayores catástrofes humanitarias de la historia. No sólo por el número de muertos, que asciende a 215.000, o de refugiados que supera los 3 millones. El ataque con armas químicas que lanzó el gobierno de Assad contra la población civil, el asesinato y la tortura de niños o los más de 150.000 encarcelados sometidos a condiciones peores a las que se sufren en Guantánamo revelan que la comunidad internacional y en particular EEUU han sido burlados demasiadas veces.
Actualmente, por la capacidad de influencia que tienen, ISIS parece constituir la amenaza más inmediata para la región – y para Occidente –. Por su parte, Assad ha cometido atrocidades similares y el dejarlas sin castigo ha alimentado, precisamente, lo que ahora es más temido en la región, un régimen más sanguinario y fanático. Todos los analistas internacionales identifican con facilidad el punto más caliente del planeta, la comunidad internacional debería redoblar sus esfuerzos para evitar que atrocidades como las que se vienen viviendo desde hace cuatro años se repitan de nuevo.