La buena gente
Tengo tendencia a ver la trastienda de los acontecimientos. Porque, normalmente, de la trastienda dependen muchas cosas. Es fundamental que, en una videoconferencia, funcione el vídeo.
Tengo tendencia a ver la trastienda de los acontecimientos. Porque, normalmente, de la trastienda dependen muchas cosas. Es fundamental que, en una videoconferencia, funcione el vídeo.
Los ministros de Exteriores de Ucrania y Rusia se han ido a Berlín, supongo que invitados por el de Exteriores alemán, para intentar arreglar las cosas.
Tengo tendencia a ver la trastienda de los acontecimientos. Porque, normalmente, de la trastienda dependen muchas cosas. Es fundamental que, en una videoconferencia, funcione el vídeo. Es fundamental que el rotulador que emplea el profesor cuando va a escribir en la pizarra no esté seco porque el último que lo usó no le puso el capuchón y el que vino después, tampoco.
Lo que están discutiendo estos señores es mucho más serio que el vídeo o el capuchón del rotulador. Hace un tiempo, Putin se quedó con Crimea y ahora le apetece el este de Ucrania. Y es bueno que, en la trastienda, haya quien piense que eso no puede ser. Y que les diga: “vengan a mi casa y allí, con un par de coca-colas, vemos qué se puede hacer”.
El pie de la foto dice que el acuerdo político no avanza y que los ministros solo logran un acuerdo mínimo.
Es que los grandes acuerdos están basados en acuerdos mínimos, uno detrás de otro. Como los descubrimientos científicos. Como los éxitos empresariales. Como la felicidad en el matrimonio. Cosas pequeñas, acuerdos mínimos. Cuando se ha alcanzado uno, a por otro. Y, de repente, un día, acuerdo total. Se hace venir a los presidentes de los dos países en conflicto y firman delante de las cámaras. Y se dan la mano y se apuntan el tanto y se vuelven a sus casas felices del éxito conseguido.
Pero los importantes no han sido ellos. Han sido los de la trastienda. En este caso, los alemanes que han organizado la reunión. Los que han moderado las intervenciones, que en su mayor parte, no habrán sido dulces y acarameladas. Los que han limpiado la sala. Los que han servido el café, enterándose previamente cómo le gusta a cada uno, que en esto del café hay muchas manías.
Al final, “solo” un acuerdo mínimo. Me gustaría pensar que esos de la trastienda, cuando se han ido los rusos y los ucranianos, se han reunido todos y han brindado por un trabajo bien hecho. O sea, han brindado por sí mismos. Porque lo han hecho muy bien. Porque han puesto de manifiesto el modelo a seguir. Poca ambición, mucha constancia, mucho detalle pequeño.
Todavía hay gente buena en el mundo.