THE OBJECTIVE
Oscar Hernandez Bernalette

El caso Petrobras despierta envidias

No existe en Venezuela un juez como Sergio Moro, quien ha sido capaz de imputar a una centena de corruptos, entre ejecutivos y empresarios, por el tamaño desfalco que han producido.

Opinión
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No existe en Venezuela un juez como Sergio Moro, quien ha sido capaz de imputar a una centena de corruptos, entre ejecutivos y empresarios, por el tamaño desfalco que han producido.

Para muchos venezolanos el escándalo de Petrobras y el lavado de millones de dólares que ha puesto en riesgo al gobierno izquierdista de Brasil producen una gran envidia. No porque detuvieron al tesorero del partido de Lula y Dilma o porque han herido las almas de toda una sociedad que no sale de su asombro ante tanta marrullería precisamente de quienes han gobernado con las banderas de la lucha contra la pobreza y la  corrupción, la igualdad y cuanto otro tango ha estado a la orden del día.  Al igual que  en Venezuela,  ese tinglado “izquierdista” que ha regido América Latina es profundamente corrupto por acción u omisión. Lo que produce envidia es que no existe en Venezuela un juez como Sergio Moro, de Curitiba, que es quien lleva adelante el juicio en torno al caso de Petrobras, quien sin que le tiemble el pulso ha sido capaz de imputar a una centena de corruptos, entre ejecutivos y empresarios, por el  tamaño desfalco que  han producido.

Los casos de corrupción en Brasil o Argentina pudieran ser menos impactantes comparados con la corrupción que se ha desatado en Venezuela durante el llamado “proceso” de los últimos 16 años. No son pocos los millones de dólares que han desaparecido de las arcas de la Nación y de la estatal petrolera Pdvsa. Muchos de estos políticos antiimperialistas han logrado  un “modus vivendi” que les permite aprovechar parte de los cuantiosos ingresos petroleros sin que exista la mínima posibilidad de que desde los poderes públicos, que deberían evaluar y controlar, sometan al pillaje que con total impunidad se ha llevado millones a la banca internacional que hoy deberían estar reflejados en los hospitales, la infraestructura y la educación.

Hay tres cosas que  no se puede esconder fácilmente: los bajos salarios de nuestras burocracias, la tos y la riqueza mal habida. No hay que ser demasiado acucioso para ver como la fortuna brota a flor de piel de muchos de estos funcionarios  tanto en Brasil como en Venezuela. Una desgracia que nos avergüenza como latinoamericanos. 

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