Se nos ha colado la ficción
En nuestra democracia real se deslizan pedacitos de la imaginación. El pedazo que ocupa la ficción, claro, amputa una porción del cuerpo de la realidad, de manera que hay días que andamos sin aire, otros cojos, algunos días ciegos y, por lo general, sordos.
En nuestra democracia real se deslizan pedacitos de la imaginación. El pedazo que ocupa la ficción, claro, amputa una porción del cuerpo de la realidad, de manera que hay días que andamos sin aire, otros cojos, algunos días ciegos y, por lo general, sordos.
En nuestra democracia real se deslizan pedacitos de la imaginación. El pedazo que ocupa la ficción, claro, amputa una porción del cuerpo de la realidad, de manera que hay días que andamos sin aire, otros cojos, algunos días ciegos y, por lo general, sordos.
Es difícil dar con la porción irreal, aunque notemos los síntomas, como la cojera o la asfixia, pero en ocasiones, como en el caso de la detención de Rato, se ve la costura y, bien mirado, hasta cómo se echa el telón.
La mano que empujó con cariño la cabeza de Don Rodrigo para meterlo en el coche policial, fue, por decirlo así, una mano televisiva. «Abra, somos la policía» fue una frase que constaba en la escaleta del director. Apura, que ya ha llegado la prensa, es el grito que el tramoyista da a los actores avisando de que el público ya está en sus butacas.
Y el director, que podría ser cualquier personaje real, como Guindos, Aguirre o Montoro, pongamos por caso, el que ha puesto en marcha la función, en fin, se desliza, qué cosa, del mundo real al imaginario, porque nadie lo ve: se esfuma. En su lugar aparece el personaje de la Justicia, también ciega, que en nuestro país siempre ha sido más literaria que real.
Hoy por ejemplo, me duele el oído, aunque el médico dice que el dolor es imaginario. Le he replicado que puede ser, porque se me ha colado en la radio real una notica teatralizada: «doctor, no escucho porque la noticia inventada ocupa el lugar de la realidad y mi oído no puede registrar las ondas de la imaginación. Por eso no oigo».
Dice que vale, aunque eso no puede verlo, «je, je», así que deduzco que a él la noticia le ha dejado temporalmente ciego.