El hormiguero
De nuevo y de manera ya imperturbable desde que existe el capitaclismo, las diferencias insalvables entre el norte y el sur de nuestros mundos, mantienen a raya en las fronteras del norte a la corte de desarrapados que habitan el sur.
De nuevo y de manera ya imperturbable desde que existe el capitaclismo, las diferencias insalvables entre el norte y el sur de nuestros mundos, mantienen a raya en las fronteras del norte a la corte de desarrapados que habitan el sur.
Parece que la perenne ceguera de Europa sobre los cadáveres que se están cultivando en nuestro querido Mediterráneo, está haciendo como que abre los ojos, como que despierta, supongo que debido a las cámaras que están grabando el horror y sacando fotos a los políticos de turno, que no pueden esconderse ante la vergüenza de tan abrumador genocidio.
Y es que tiene que llegar la sangre al río, pero un auténtico río de sangre, al río de la indiferencia, ese en el que tan cómodamente vemos desde la orilla cómo las cosas pasan, sin que pasen por nosotros.
De nuevo y de manera ya imperturbable desde que existe el “capitaclismo”, las diferencias insalvables entre el norte y el sur de nuestros mundos, mantienen a raya en las fronteras del norte a la corte de desarrapados que habitan el sur. La distancia que puede ser de unos metros cuando hay una frontera de por medio, es intergaláctica, sobre todo a nivel humano. Porque, ¿a quién le importa lo que pase al otro lado mientras nuestras despensas están llenas y los botones que encienden y apagan los motores del dinero siguen funcionando? A nadie. A nadie del lado “norte” del sistema de “bienestar” occidental le importa una mierda lo que suceda al otro lado. Como si se devoran entre ellos. Solo importa que “reguladamente” vengan según el protocolo del goteo por el que les podemos dar trabajos miserables o para que “ellas” limpien nuestros hogares en régimen de esclavitud.
Pero algo está sucediendo de manera incontenible. Como dice el grupo “Calle 13” en su canción El hormiguero……
“Somos 600millones sin contar los ilegales
entre las patas nunca escondo el rabo
prefiero morir como rebelde
que vivir como esclavo
Apuesto que los tuyos
se rinden primero
porque los soldados
míos no pelean por dinero
No le tengo miedo a las confrontaciones
porque yo me crié con invasiones
y como las hormigas, si tengo mala suerte
defiendo mi hormiguero hasta la muerte”
Y desde esta orilla preferimos optar de nuevo por la chapuza, antes que por la humanidad. La ceguera continúa hasta la muerte, hasta que las hormigas a miles ocupen todo con su poder de resistencia, creatividad y renovación.