¿Se ahoga la UE en el Mediterráneo?
La crisis económica relegó en la agenda europea el tema de las relaciones euromediterráneas, cuya gestión es más importante tras la ocurrido durante la Primavera árabe.
La crisis económica relegó en la agenda europea el tema de las relaciones euromediterráneas, cuya gestión es más importante tras la ocurrido durante la Primavera árabe.
Para entender la actual inacción europea cabe mirar en perspectiva: salvamiento marítimo en un espacio de frontera, de fractura entre norte y sur.
Después de años de desacuerdos y de un enfoque centrado en la seguridad existía en la Unión Europea un bloqueo de la gestión de los flujos migratorios en el Mediterráneo. La agenda migratoria a nivel europeo se convertía en un elemento secundario, entre otros motivos porque la crisis económica impulsaba el crecimiento de discursos xenófobos ya preexistentes en varios países europeos. Como resultado, las prioridades de los Estados responderán a dinámicas electorales internas dando la espalda a la lógica euro-mediterránea.
Las revueltas árabes cambiaron parte del statu quo regional y alteraron las relaciones entre los países al norte y sur del Mediterráneo. A las migraciones se le añadieron de manera más pronunciada los flujos de refugiados de la guerra civil en Siria. Simultáneamente las fronteras europeas reforzaron su blindaje, el corredor occidental y oriental quedaron bloqueados, restando sólo el corredor central (Libia) como frontera permeable a estos flujos en crecimiento.
En este marco, el fin del régimen del general Ghadafi da paso a una guerra civil. El Estado libio desaparece y también su rol de amortiguador de las migraciones. Refugiados e inmigrantes confluyen en un momento donde no hay interlocutores para gestionar la crisis humanitaria. Las redes de tráfico de personas, al abrigo de las redes de tráfico de armas y contrabando desarrolladas a raíz de los distintos conflictos bélicos activos, tienen capacidad para operar a gran escala en el Mediterráneo, lo cual supone un reto inédito para la UE.
La respuesta de la UE se tiene que realizar en un momento de crisis institucional del proyecto europeo y, concretamente, en pleno replanteamiento de la Política europea de vecindad (PEV) y su articulación tanto con la Política Común de Asuntos Exteriores, como con la Política Común de Seguridad y Defensa. Hoy por hoy, más allá de una actuación de salvamiento marítimo para acotar la crisis humanitaria, es bastante improbable que se inicien las actuaciones valientes y decididas que hacen falta para empezar a construir una solución efectiva a medio y largo plazo.