Con una mano adelante y otra atrás
Eso fue así hasta que se cerró el grifo de los precios altos del crudo y ahora Venezuela se apresta a cruzar el desierto con una mano adelante y otra atrás.
Eso fue así hasta que se cerró el grifo de los precios altos del crudo y ahora Venezuela se apresta a cruzar el desierto con una mano adelante y otra atrás.
El racionamiento eléctrico que el gobierno venezolano comenzó a aplicar, señalando como causa la sequía que vive el país, constituye evidencia de la ruina material y moral provocada por una colosal ineficacia y el saqueo inclemente del tesoro nacional. No puede ser de otra manera cuando los gobiernos de Chávez y de Maduro han invertido en el sector eléctrico miles de millones de dólares, a lo largo de los últimos seis años, incluyendo la construcción de la Central Hidroeléctrica de Tocoma, que sin haber entrado en funcionamiento ha costado doce mil millones de dólares, en una operación cuyo sobreprecio, según denuncia el diputado de oposición, Enrique Márquez, sobrepasa los siete mil millones.
Pero la rebatiña no se limita al sistema eléctrico porque la mancha del fraude se extiende a todos los sectores de bienes y servicios y en la medida en que el gobierno ha ido desplazando al sector privado de funciones como las importaciones de alimentos y medicinas, para referirnos apenas a dos temas de alta sensibilidad , el cobro de comisiones, el pago de coimas y el surgimiento de una nueva clase de empresarios que no producen nada, ha generado desabastecimiento y escasez, pero también zozobra y descontento, incluso entre aquellos que se identificaban con el chavismo.
Claro, no se trata solo de concentrar el poder para asegurar la participación en la apropiación de un tesoro nacional exhausto por la baja de los precios del petróleo, sino que la intervención de los predios agropecuarios, de las industrias, así como la intromisión del Estado en actividades económicas que no le son propias, produjeron una parálisis productiva que incrementó las importaciones, de las cuales se beneficiaban los “enchufados”. Eso fue así hasta que se cerró el grifo de los precios altos del crudo y ahora Venezuela se apresta a cruzar el desierto con una mano adelante y otra atrás.