Hossana Susana no sana

El PSOE se quedará sin su victoria andaluza si su sana Susana no lo subsana
Susie Q en vez de investida está siendo embestida.

El tedio (tedio de mayo feliz, tedio merendado mientras el barrio atardece) provocado por las continuas derrotas parlamentarias de Susana Díaz le lleva uno a desabrocharse un botón de la camisa y lanzarse a los juegos de palabras:

El PSOE se quedará sin su victoria andaluza si su sana Susana no lo subsana
Susie Q en vez de investida está siendo embestida.
Cuánto dura esta dura investidura.

Y así podríamos estar hasta el día del jucio.

En realidad, este bloqueo debe ser contemplado como una bendición del cielo, puesto que la clase política andaluza, cuya única virtud conocida es la profundización constante, infatigable, en la ruina moral más terrorífica, durante unos meses estará replegada sobre si misma, en una suerte de ritual masturbatorio opaco, auto referencial, sin influir sobre el mundo exterior.

Se suele atribuír a Napoleón la siguiente máxima: cuando el enemigo se equivoca, nuestro primer deber es no distraerle. Así la ciudadanía andaluza debería no despertar a la bestia ahora que parece haberse dormido: pasar de puntillas junto al Parlamento, dejar a sus representantes atrapados en el bucle de su juego de espejos y gozar por una vez un verano en paz, un amplio verano de libertades solares, certezas carnales y plenitud. Unos meses libres de las ocurrencias del PSOE más gordo y corrupto de la historia, el PP incapaz de verle el farol al PSOE más gordo y corrupto de la historia, los hastiantes Podemitas y Ciudadanos vírgenes e inmaculados y los restos del afónico naufragio de Izquierda Unida.

Bélgica estuvo casi dos años sin gobierno por falta de acuerdos parlamentarios después de unas elecciones: los trenes salían y llegaban, los hospitales funcionaban igual de mal que siempre, los novios se besaban en los parques, en los portales, los novios se acariciaban por debajo de la ropa, los viejecitos tosían y olvidaban, los mafiosos se mataban entre ellos, los emigrados lloraban de noche y las colegialas reían por las mañanas.