Matar en nombre de dios
Ni Jesucristo, Alá, Buda, Yahveh, Krisna o Shivá predican raptar y violar niñas, impongan el apartheid, inciten a degollar a aquellos que no pertenezcan a su fe, animen a crear campos de concentración, propongan expulsiones en masa y masacres permanentes.
Ni Jesucristo, Alá, Buda, Yahveh, Krisna o Shivá predican raptar y violar niñas, impongan el apartheid, inciten a degollar a aquellos que no pertenezcan a su fe, animen a crear campos de concentración, propongan expulsiones en masa y masacres permanentes.
No creo que ninguna religión tenga un dios que predique en sus enseñanzas matar, maltratar, extorsionar, despreciar o acosar a los demás.
Ni Jesucristo, Alá, Buda, Yahveh, Krisna o Shivá predican raptar y violar niñas, impongan el apartheid, inciten a degollar a aquellos que no pertenezcan a su fe, animen a crear campos de concentración, propongan expulsiones en masa y masacres permanentes.
Es únicamente el hombre, basándose en una errónea interpretación de la religión quien realiza tamañas atrocidades.
Si fuésemos capaces de respetar a aquellos que no tienen las mismas creencias que nosotros, no existirían la mayor parte de las guerras ni las masacres que las noticias nos comunican casi a diario. Y si estas no existieran las personas no tendrían que huir despavoridas de sus países, horrorizadas por la muerte que constantemente les acecha.
Hace unos días leí que si los países invirtieran el dinero destinado a atender a los miles de inmigrantes que llegan a las costas de la vieja Europa, para crear campos de refugiados, alimentar y dar servicios médicos a todos aquellos que deben abandonar su tierra para evitar una muerte segura, lo invirtiéramos en crear riqueza en sus países, fundar empresas que den puestos de trabajo y salarios justos, si las personas tuvieran un estado de bienestar en sus tierras, no tendrían que abandonarlas.
Pero lo más terrible es que si consiguiéramos dar a todos los seres humanos una vida digna en términos económicos, en un breve lapso de tiempo y en “nombre de dios”, los fanatismos religiosos acabarían con todo lo alcanzado.
¿Algún día el hombre descubrirá que dios, el dios en él que cada uno crea, debería hacernos más espirituales y comprensivos y menos fanáticos e intolerantes?
Creo que únicamente esto terminará con los miles de inmigrantes que, embarcados en maltrechos barcos o pateras, inundan nuestros océanos.