Cuatro cosas

Gobernar debe ser difícil. Cuando las cosas van mal, muy difícil. No se puede decir que las cosas le hayan ido bien a Mariano en las últimas elecciones. Es lo que tiene la democracia, que unas veces, en las urnas, hay más papeletas a tu favor y otras, menos.

Gobernar debe ser difícil. Cuando las cosas van mal, muy difícil. No se puede decir que las cosas le hayan ido bien a Mariano en las últimas elecciones. Es lo que tiene la democracia, que unas veces, en las urnas, hay más papeletas a tu favor y otras, menos.

Y cuando hay menos, lo normal es preguntarse por qué.

Supongo que debe costar bastante cerrar la puerta de tu despacho, sentarte en tu sillón, decir a la secretaria que no estás para nadie y pensar: “¿qué he hecho yo para que me hayan salido las cosas mal?”

“Porque buena voluntad, tengo”. (Un ex ministro me dijo hace tiempo: “Leopoldo, nadie quiere hacer las cosas mal”). “Estudios, tengo”. (“No me ´ha hecho máster la vida´”, como dijo un político no hace mucho). “No soy un recién llegado a la política. Los que me rodean son gente válida. Algún tontín sí que hay, pero eso pasa en las mejores familias. Alguno está distraído con su vida privada, ya lo sé. Pero de ahí al batacazo hay mucha distancia y no veo la razón de lo que nos ha pasado”.

Después de este soliloquio, Mariano coge un bolígrafo y un papel en blanco y escribe: 1. Crisis. 2. Corrupción. 3. Falta de proximidad. 4. Falta de cercanía. 5. Mala comunicación.

Repasa la lista y ve que falta de proximidad y falta de cercanía es lo mismo y tacha una de las dos. Quedan cuatro.

Empieza por la primera. “La crisis le echó a Zapatero y ahora, ¿me va a echar a mí? ¡Pero si lo estoy haciendo bien! He bajado el déficit, tengo mucha deuda, es verdad, y tengo muchas personas sin empleo, es verdad. Pero mis colegas europeos me ponen de modelo. Y Leopoldo Abadía dice que estoy en el buen camino”. (Frase que no dirá nunca y que no es más que una boutade que acabo de soltar, pero que, como estoy hablando en familia, la suelto, para reírnos todos un poco).

“Lo de la corrupción es peor, porque se me ha ido de las manos. Mi partido huele a podrido, como olía Dinamarca en los buenos tiempos. Y olía  a podrido porque estaba podrido. Y claro, aparte de que la podredumbre es un mal per se, si se une a lo mal que lo están pasando millones de españoles, empieza a no extrañarme nada lo del batacazo”. Y Mariano, en el papel en blanco, hace un círculo rojo en la palabra “corrupción”.

Solo queda lo de la cercanía y lo de la comunicación. “Los ministros chulillos,  graciosetes, o los que a sus edades se buscan novia y se van con ella a los toros, no me hacen ningún favor”, piensa Mariano. Pero añade: “tal como están las  cosas, eso es un mal menor”.

 Y decide:

1. “Voy a echar a todos los que huelan ligeramente mal”. Luego se mira en un espejo que hay a la izquierda de su mesa y se pregunta: “Mariano, ¿hueles mal? Porque como tú huelas mal, la hemos hecho”. Se contesta a sí mismo: “no, en absoluto. Yo huelo bien. Y como yo huelo bien, tengo fuerza para limpiar el partido”.
2. “Pero tengo poco tiempo, que las generales están a la vuelta de la esquina. Y hay mucha gente chillando. A veces exageran y otras veces, no. Corre, Mariano, que esto no pinta bien.Tengo que echar a esta gente con ruido, porque si les echo a la chita callando, y luego les busco un consejo, nadie se va a creer lo de la limpieza y hablarán de las puertas giratorias. Lo siento por ellos, pero tengo que organizar una buena. De paso, me ahorro muchos euros de campaña electoral, de cartelitos, de banderitas, de gorritas, de mítines donde solo van los míos para aplaudirme/se a rabiar…”
3. Y termina: “después de esto, ¿para qué quiero proximidad/cercanía y comunicación? De un golpe me he puesto próximo/cercano y he comunicado”. Y recordando sus estudios, se dice a sí mismo: “a eso le llaman sinergia”.

En mi pueblo, le llamarían matar dos pájaros de un tiro.