¿Populares?
Hoy la realidad es innegable: mientras, al Partido Popular hoy le queda mucho de Partido, le queda muy poco de Popular.
Hoy la realidad es innegable: mientras, al Partido Popular hoy le queda mucho de Partido, le queda muy poco de Popular.
España vive un proceso estelar en la modificación de su conducta electoral, y aunque no fue una derrota definitiva del PP y hubo una relativa preservación de espacios del PSOE, lo que también es cierto es que la contundente irrupción de Podemos en el escenario político español, implica un punto de inflexión que muchos trataron de minimizar antes de los resultados, como contracampaña de desprestigio a una organización naciente.
De no existir en el escenario político y electoral español, a convertirse en la tercera fuerza en captación de votos, Podemos, con un discurso irreverente, alternativo y de izquierda, pasa a asumir un gran compromiso con la necesidad de dar respuesta a un país mayoritariamente indignado que los hizo surgir.
Gobiernos locales, que tienen en sus manos un nivel importante de discrecionalidad para contrarrestar políticas sociales de austeridad del PP que golpean al pueblo español, con la conducción de Podemos tienen dos caminos: o muestran que es posible un cambio eficiente del modelo, o podrían defraudar la esperanza de cambio.
Ahora será la gestión pública, medible y auditable, la que demarcará el futuro de unaorganización emergente, mientras que Rajoy tendrá que renovar vestiduras para seguir rasgando lo que evidentemente es un reclamo ante políticas deshumanizadas y corruptas que tampoco encuentran expresión de salida en el bipartidismo que complementa el PSOE, que no crece, que se paraliza, y que corre el mismo riesgo que su par cupular.
Aunque las expectativas partidistas son grandes, el reto es mayor para un pueblo dominado por la religión, la monarquía y una historia de autoritarismo que hoy demanda una verdadera expresión de democracia, que desde las castas consigue aún una poderosa resistencia de control ideológico.
Pero al final, hoy la realidad es innegable: mientras, al Partido Popular hoy le queda mucho de “Partido”, le queda muy poco de “Popular”.