MyTO

Mamá coneja

Para esta mujer, parir un hijo debía ser como comerse un yogur o como darse una ducha. Y parir, que un cuerpo salga de otro cuerpo, desunirse de algo creado por las propias células, es mucho más que eso.

Opinión
  • Periodista y cineasta. Escribo, filmo y creo. He rodado 7 cortometrajes y trabajado en El Periódico de Catalunya, Ling Magazine, COM Radio y La Vanguardia. Ahora en Adams Editorial.

Para esta mujer, parir un hijo debía ser como comerse un yogur o como darse una ducha. Y parir, que un cuerpo salga de otro cuerpo, desunirse de algo creado por las propias células, es mucho más que eso.

Hay personas que solo son capaces de engendrar clones humanos, y el ruso Feodor Vassilyev fue una de ellas. Este campesino copulador tuvo 87 hijos con dos mujeres distintas, las cuales solo tuvieron embarazos múltiples de dos, tres y hasta cuatro fetos. O sea que parían a pares, a tríos y a cuartetos sin ningún tipo de contemplación. Ni un solo embarazo de un solo feto. Dicho esto y lejos de menospreciar el multitudinario ‘mérito’ de este señor ruso que incrementó los índices de población él solito, me gustaría saber más de Valentina Vassilyev, su primera esposa, que con 69 vástagos entró en el libro Guinness por ser la más coneja de entre todas las conejas, porque además de engendrarlos, los parió.
Si este caso es cierto, y se ve que hay varios documentos que verificarían semejante animalada, la señora Valentina pasó gran parte de su vida embarazada. Y la otra quizá deseando dormir. O directamente morir. O no, nunca se sabe, que hay gente para todo. Tuvo 27 partos múltiples: 16 de gemelos, 7 de trillizos y 4 de cuatrillizos. Hay que coger la calculadora para poder cuadrar todo esto y al ver la foto de familia a uno le entra ansiedad, agobio y claustrofobia por lo menos. Preguntas que me acechan: ¿Se conocerían todos los hermanos entre ellos? ¿Podrían pasar tiempo con sus fecundos progenitores? ¿Dormían?
Me temo que este récord no me gusta porque convierte la creación de la vida en un acontecimiento sin importancia, en un acto cotidiano. Para esta mujer, parir un hijo debía ser como comerse un yogur o como darse una ducha. Y parir, que un cuerpo salga de otro cuerpo, desunirse de algo creado por las propias células, es mucho más que eso. Es una experiencia mística, un prodigio de la naturaleza, un milagro en estado físico y puro. Algo inigualable. Ni una cifra, ni un récord Guinness, ni nada de nada.