Serpientes de verano
Es encantador el rancio aroma del asunto a novela romántica de medio pelo: dos hermanos que se casan desconociendo el parentesco que los une y que convierte su amor en algo prohibido, ignominioso.
Es encantador el rancio aroma del asunto a novela romántica de medio pelo: dos hermanos que se casan desconociendo el parentesco que los une y que convierte su amor en algo prohibido, ignominioso.
Bendito verano. La época de las vacaciones, del gazpacho, de la fruta de hueso y de las serpientes de verano. Me llama la atención precisamente ésta, porque es una serpiente de verano pura, incontaminada de información relevante, si es que semejante cosa puede existir en una noticia así: una serpiente de verano paradigmática. Como el famoso metro de platino iridiado que se conserva en el museo de Pesas y Medidas de París, pero en noticia.
Es encantador el rancio aroma del asunto a novela romántica de medio pelo: dos hermanos que se casan desconociendo el parentesco que los une y que convierte su amor en algo prohibido, ignominioso. Del amor puro, al ominoso incesto. ¿Alguien da más?… ¡Sí!… Porque además, estos hermanos… ¡son gemelos! Es de suponer que, al conocerse, les ocurriría lo mismo que a los hermanos Mastropiero, tal como lo contaban Les Luthiers: “Finalmente los mellizos Mastropiero se encontraron. Se reconocieron de inmediato”.
Los gemelos sin nombre (¿a quién le importan esas minucias si el amor es puro?) no verán consumado su amor –al menos, no con las bendiciones del matrimonio legal- porque, según Reuters, el Alto Tribunal de Londres ha anulado el casamiento. Lo que no consta es si la pareja ha decidido vivir su hermoso y puro amor al margen de instituciones y contratos; si triunfará la pasión sobre tribunales, leyes y costumbres… Toda una inmersión literaria, poética, al margen del frío mundo de la información en el inabarcable universo de la red.
En resumen: una adorable novela romántica: la misma que los avances técnicos del Siglo XX convirtieron en radionovela kilométrica, en culebrón televisivo… Y ahora en serpiente de verano, narrada telegráficamente y con pocos detalles, para que la mente del lector, libre como un pájaro, acabe la historia a su gusto. Literatura de vanguardia.