Los riesgos del autobusero en Venezuela
Pasa mucho en Caracas que por centímetros, gándolas quedan atrapadas bajo rampas de autopista, medidores de altura o túneles, pero con un metro de distancia y a alta velocidad es verdaderamente insólito ver la imprudencia.
Pasa mucho en Caracas que por centímetros, gándolas quedan atrapadas bajo rampas de autopista, medidores de altura o túneles, pero con un metro de distancia y a alta velocidad es verdaderamente insólito ver la imprudencia.
Sorprende como manejar un autobús de dos pisos, un GPS, un túnel bajo y un autobusero imprudente son la combinación perfecta para causar un accidente muy peculiar. El asunto sin embargo sorprende aún más, cuando uno se imagina al conductor guiarse sólo por el GPS y no por la lógica de la percepción típica de un conductor.
Pasa mucho en Caracas que por centímetros, gándolas quedan atrapadas bajo rampas de autopista, medidores de altura o túneles, pero con un metro de distancia y a alta velocidad es verdaderamente insólito ver la imprudencia.
Sin embargo, en Venezuela, un conductor electo, va sin siquiera un GPS, manejando un país a cualquier rumbo menos a la izquierda, y tiene dos años entrando en un túnel que cada vez más se estrecha, el techo ya se atasca, y sin embargo pone aún más velocidad. Y quizá el problema no es el chófer, sino todos aquellos que vamos montados en el autobús, que a gritos pedimos una rectificación del rumbo, pero para el chófer y sus copilotos, sin GPS, no sólo hubo un extravío del rumbo original, sino que nos llevan a un destino incierto, que nos atasca o nos hunde.
En este caso, la posibilidad de que el volante lo asuman los pasajeros es la única salida viable para evitar la colisión, porque los otros que esperan el turno de manejo, han demostrado ser peores que los que ahora pisan el acelerador hacia un túnel bajo, siendo que el autobús no sólo es de lujo, sino además de tres pisos.