La mar de burros
Si tenemos en cuenta los antecedentes, la muerte del cocinero de a bordo del ‘Granato’, un buque cisterna italiano, por una enfermedad contagiosa podría acabar llevándose por delante a media población de la comarca de Ferrolterra. Sin embargo, en esta ocasión se decidió poner en cuarentena a la tripulación en la ría de Ares hasta que se comprobó que los otros 14 marineros están sanos.
Si tenemos en cuenta los antecedentes, la muerte del cocinero de a bordo del ‘Granato’, un buque cisterna italiano, por una enfermedad contagiosa podría acabar llevándose por delante a media población de la comarca de Ferrolterra. Sin embargo, en esta ocasión se decidió poner en cuarentena a la tripulación en la ría de Ares hasta que se comprobó que los otros 14 marineros están sanos.
“Para la cinta, para la cinta”, como diría aquel gran periodista de la voz de pito. Ha habido un problema en la costa de la tierra del mar y da la impresión de que las autoridades han actuado con pericia. No se lo tomen a coña. En Galicia no estamos acostumbrados a buenas noticias cuando llega un buque bajo la probabilidad de que pueda ocurrir una desgracia.
Si tenemos en cuenta los antecedentes, la muerte del cocinero de a bordo del ‘Granato’, un buque cisterna italiano, por una enfermedad contagiosa podría acabar llevándose por delante a media población de la comarca de Ferrolterra. Sin embargo, en esta ocasión se decidió poner en cuarentena a la tripulación en la ría de Ares hasta que se comprobó que los otros 14 marineros están sanos.
Cuando el carguero de bandera panameña ‘Cason’ encalló en Fisterra en 1987, el responsable de las emergencias se negaba a andar con busca –era lo que había– porque decía que lo estresaba. El desconcierto porque unos anunciaron una nube tóxica mientras otros desmentían la existencia de bidones radiactivos provocó la estampida de 15.000 personas en la Costa da Morte. La huida fue civilizada y no a la manera de ‘Mad Max’ porque el personal anda más sobrado de sentido común que los que gobiernan.
A las horas de encallar el petrolero ‘Mar Egeo’ contra las cuchillas de la Torre de Hércules en diciembre de 1992, el alcalde de A Coruña, el socialista Paco Vázquez, le dijo al rey Juan Carlos: “No se preocupe, su majestad, la nube tóxica va hacia Ferrol”. En Ferrol quedaron más tranquilos, claro. Y como los que están al mando suelen ser la mar de burros, el petrolero ‘Prestige’ permaneció varios días zarandeado por el oleaje hasta que se lo tragó el mar devolviendo “unos hilillos de plastilina” –en palabras del por aquel entonces vicepresidente Mariano Rajoy– que dejaron en la costa una sombra tan negra y triste como el poema de Rosalía de Castro.