Una situación insostenible y un recuerdo al banquero Yunus
Si me lo permitieran yo emigraría a los Estados Unidos y al llegar allí viviría en Maine, en cualquiera de sus ciudades y exigiría de paso casa gratis, sanidad gratis, educación gratis, trabajo y subvenciones, porque son mis derechos.
Si me lo permitieran yo emigraría a los Estados Unidos y al llegar allí viviría en Maine, en cualquiera de sus ciudades y exigiría de paso casa gratis, sanidad gratis, educación gratis, trabajo y subvenciones, porque son mis derechos.
No es momento de demagogia ni de eufemismos con respecto a la inmigración. Lógico que los “profesionales de la buena conciencia” utilicen las virtudes lacrimosas para hablar de personas “que buscan una vida mejor” y por lo tanto parecen tener el legítimo derecho a entrar por la fuerza, por puros cojones, en Europa. Normal. Si me lo permitieran yo emigraría a los Estados Unidos y al llegar allí viviría en Maine, en cualquiera de sus ciudades y exigiría de paso casa gratis, sanidad gratis, educación gratis, trabajo y subvenciones, porque “son mis derechos”. Lo que pasa es que, el contribuyente norteamericano no me los quiere dar, ni Obama tampoco y los de inmigración me expulsarían pese a mis protestas de que voy “huyendo del hambre”. Lógico también, los países, todos los países, tienen derecho a sus fronteras y no existe ni país ni continente capaz de absorber toda la miseria de otro continente sin sufrir graves fracturas sociales.
Europa, concretamente, no puede mantener a miles de inmigrantes de los que, un veinte por ciento aproximadamente, podrían aspirar a ser asilados políticos, por proceder de zonas de conflicto, mientras que el resto es una inmigración económica que tiene solución. Y no se trata de esa máxima de los “espíritus puros” de inflar con más millones de dólares esa “cooperación internacional” que consiste en quitarles los dineros a los pobres de los países ricos para regalárselo a los ricos de los países pobres. ¿Cuántos millones de ayuda internacional se evaporan durante el trayecto en los casos de grandes catástrofes como la de Haiti? Con lo que se lleva invertido en “cooperación” es para que hubieran florecido todos esos países en los que nunca hay dinero para vacunas ni arroz, pero sí para equipar de armas modernas a sus ejércitos de mierda. Las decisiones políticas, adoptadas por privilegiados desde sus despachos, no sirven y la cooperación al desarrollo ha servido para más bien nada. Y ahora que han nombrado a dedo, por supuesto, a Wert para un puestazo en el asunto (conozco a un millón de españoles infinitamente más capacitados para el cargo, eso sí, no cumplen con la “condictio sine qua non” de ser amigachos de Rajoy y de su clan) ahora que “han colocado” al amigo, supongo que irá aún peor. Al tiempo que la Comisaria Europea que se ocupa de los temas de inmigración, amén de altiva y desagradable, sabe del tema lo que ve en los telediarios.
Y las soluciones no pueden ser más simples: con respecto a los asilados políticos que huyen de zonas de conflicto y del ISIS, corresponde automáticamente su acogida y manutención a los prósperos países árabes y Emiratos del Golfo Pérsico ya que disponen de medios económicos de sobra, son inmensamente ricos y por raza, cultura, idioma y religión es lógico y exigible que se hagan cargo de los refugiados. Los asilados de origen árabe deben ser trasladados a los grandes países árabes y exigirles a sus gobernantes a través de ACNUR y la ONU que financien con sus fabulosas ganancias del petróleo, los costes de acogida de sus correligionarios, de sus hermanos, con la solidaridad y la compasión exigidas por el propio Islam. Lo que no sería lógico, dando la vuelta al tema es que, si se produjera una hipotética salida masiva de refugiados en una guerra europea como puede ser el conflicto de Ucrania, los peticionarios de asilo ucranianos invadieran Qatar y Dubai. Mayormente porque no se lo iban a permitir. Todos los países tienen derecho a sus fronteras. Europa también.
Por más que nuestros gobernantes, enzarzados en conversaciones interminables, no adopten soluciones simples: llegar a un acuerdo con un país africano como Mauritania, cuya capital cuenta con un buen aeropuerto y trasladar allí a todos los inmigrantes económicos de origen africano por vía aérea y desde ese aeropuerto que contaría con instalaciones habilitadas, costear la vuelta de los inmigrantes a sus países de origen.
Pero… con una salvedad en la que entran las políticas del economista hindú Yunus, llamado “el banquero de los pobres” que ha sacado de la miseria a miles de familias en la India con la política del microcrédito (con veinte euros una mujer compra gallinas, vende los huevos y monta una pequeña industria) a cada africano (eso de subsahariano es una cursilada) repatriado se le concede un microcrédito de mil euros que puede ser más del salario de un año en su país de origen, para que inicie una nueva andadura. Repatriación gratis y microcrédito. Sin más opciones y sin que las devoluciones se eternicen, si el individuo se niega a identificarse ya lo hará al llegar al aeropuerto de Nuakchot que es como se llama la capital de los mauritanos. Mil euros de microcrédito para hombres, mujeres y niños, sin excepción y cesará el “efecto llamada” y todo a través de conductos gubernamentales, sin intervención de las oenegés y sus intereses creados. Las políticas de Estado están por encima de la moral onegetista, por más que se lamente el que, la celeridad de las repatriaciones pueda dejar sin subvenciones a las oenegeses que se ocupan de la atención a inmigrantes. Consejo para Calais: que Francia comience a fletar vuelos y a conceder el privilegio de los microcréditos a todos los repatriados. El mensaje no puede ser más claro: los refugiados de guerras en países árabes a los grandes países árabes productores de petróleo donde además siempre necesitan mano de obra para infraestructuras, así se evita el desarraigo que es la pérdida de las raíces y no existe choque de culturas. Los inmigrantes económicos devueltos en una semana con sus microcréditos y los mauritanos felices de ser escala obligada en las repatriaciones al continente africano y recibir fondos y cooperación por este concepto. ¿Cuántos de los profesionales que están leyendo estas frases se sienten capaces de organizar este plan? Yo me siento capaz. Ustedes también. Los senderos de la lógica y la razón tienen pocos vericuetos y cualquier tema al que se le echen conocimiento, imaginación y cojones, tiene solución. Por supuesto que la tiene. Y con la ayuda de las ideas de Yunus aún más.