THE OBJECTIVE
Teresa Viejo

Juego de niños

Si no existieran fotografías como esta que ponen rostro a lo que cuentan los periódicos, el refugiado que se hacina en las fronteras de la UE sería mera carne de titular. Difuso, prescindible… alejado de nuestra rutina.

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Juego de niños

Si no existieran fotografías como esta que ponen rostro a lo que cuentan los periódicos, el refugiado que se hacina en las fronteras de la UE sería mera carne de titular. Difuso, prescindible… alejado de nuestra rutina.

Lejos. Cerca. Tuyo-mío. Aquí. Allí. Conceptos para este “Barrio Sésamo” de estúpidas nomenclaturas en que andamos sumidos.

Si no existieran fotografías como esta que ponen rostro a lo que cuentan los periódicos, el refugiado que se hacina en las fronteras de la UE sería mera carne de titular. Difuso, prescindible… alejado de nuestra rutina. Sin embargo las líneas divisorias de los países dejaron de ser tales hace tiempo, a pesar de que no aparezca amalgama capaz de juntar a la desunida Unión.

En realidad esta cosa llamada Europa es un inestable equilibrio de fuerzas centrífugas y centrípetas que salta de la moneda única a decir “aquí no entra ni Dios” con una naturalidad pasmosa. Nadie duda a estas alturas que Europa se creó para las vacas gordas -que en materia económica se traduce en que los que tienen recursos los dupliquen exponencialmente- y por ello durante la estrechez ni los más europeístas hallan argumentos que animen a acoger la desesperación venida de fuera, demostrando que los humanitarios siempre resultan endebles.

El Sur tiene hambre y el Este siente dolor. Y ambos padecen un miedo que les condena a huir hacia donde les consientan dormir cerrando ambos ojos. Lógico. El instinto de supervivencia lleva al ser humano a cargar la casa a cuestas, despedirse de los viejos mientras arrastra a los niños de la mano en busca de un dorado que en situación límite vale aunque sea de hojalata; lo inadmisible es el egoísmo de un primer mundo que olvido tan pronto que un día no muy lejano también huyó. Cruzó ríos y cordilleras. Se hacinó en campos de exterminio. Delató a su hermano y lo aniquiló. Y supurando por una herida abierta se juró no repetir la barbarie. Pero este primer mundo no aprende.

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