Jóvenes, sanos, fuertes y peticionarios de asilo
Incomprensible. Y más aún cuando en primera línea de combate contra el ISIS están los hombres y mujeres kurdos esta vez viejos y jóvenes, madres e hijas. Defendiendo su tierra y acosados desde la retaguardia por el cobarde y vomitivo régimen turco.
Incomprensible. Y más aún cuando en primera línea de combate contra el ISIS están los hombres y mujeres kurdos esta vez viejos y jóvenes, madres e hijas. Defendiendo su tierra y acosados desde la retaguardia por el cobarde y vomitivo régimen turco.
Incomprensible. Y más aún cuando en primera línea de combate contra el ISIS están los hombres y mujeres kurdos esta vez viejos y jóvenes, madres e hijas. Defendiendo su tierra y acosados desde la retaguardia por el cobarde y vomitivo régimen turco. ¿Coalición? Cuatro aviones y tres drones a ver si alcanzan a algún cabecilla barbudo cuando anda en coche por las carreteras. Una guerra de cobardes y contemplada por un Occidente abominable y cagado de miedo, como somos nosotros: muy garantistas y con relativos huevos y no me hablen de “las fuerzas de paz desplegadas en zonas de conflicto”. Mamoneo y no me lo van a negar. A las guerras se va a matar o a morir y si se muere se intenta llevarse al paso al mayor número de enemigos. Entonces se es “héroe”. Como lo son los kurdos y más aún las mujeres kurdas que luchan como fieras y sólo pueden compararse a las jovencísimas y valerosísimas jóvenes soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel, curtidas desde la cuna para defender su tierra, que es la nuestra. ¿O no siguen ustedes a un esenio, rabí para más señas, llamado Jesús, oriundo de Nazaret y de la Casa de David?
Esta reflexión me viene al caletre de forma automática al contemplar a los miles de refugiados que entran en Europa, procedentes de zonas de conflicto unos y por motivos económicos otros. Es decir que miles huyen “de las guerras” familias enteras lo que es normal, pero sobre todo jóvenes, tipos sanos y fuertes que prefieren huir de su país en lugar de tomar las armas y aprovechar el vigor y la energía de la juventud para luchar por la libertad de su Patria. Desertores en una palabra. Porque en esos desdichados países en los que los piojosos asesinos del ISIS campan por sus respetos, allí todos los hombres están llamados a las armas contra el yihadismo y créanme que hay ejércitos para apuntarse, les llaman a las armas pero no van sino que huyen a Europa. Pienso que las chicas kurdas y las yazidíes que han formado su propia guerra de guerrillas capitaneadas (no se lo pierdan) por una cantante al grito de “ellos nos violan nosotros los matamos”, esas mujeres, que también tienen familia no se escapan como conejos para entrar penosamente en Europa y vivir de esas subvenciones, de ese dinero que la Merkel no fabrica cada noche en su despacho dándole a la manivela a la máquina de hacer billetes, sino que cada billetito de cinco euros va empapadito del sudor de la Europa que madruga para reventarse a trabajar. ¿Insolidarios? No.
Insolidarios aquellos que no siguen las enseñanzas de su libro sagrado que es el Corán y abren los brazos para acoger a sus correligionarios. ¿Saben las fortunas fabulosas que acumulan los grandes países árabes productores de petróleo? ¿Y los miles de puestos de trabajo que demandan continuamente para sus gigantescas obras de infraestructuras de lujo? Tienen espacio, son los más ricos del mundo y siguen el Islam, suyo es el deber de recibir y hacerse cargo de aquellos con quienes comparten religión, idioma, costumbres y raza ¿Pero siguen las enseñanzas del Islam las grandes monarquías árabes y del Golfo Pérsico cuando no reclaman asumir, por religión, sus deberes éticos, morales y humanos para con los suyos? Hay que exigir a nivel internacional que esos afortunados países, forrados de petrodólares, reciban a los peticionarios de asilo de Siria e Irak, a los afganos no, porque su salida natural ha sido siempre Pakistán. Pero… puede que los gobernantes de Qatar, Bahrein, Dubai, Emiratos, Indonesia y Arabia Saudí no contemplen con buenos ojos a los tíos sanos en edad de luchar que huyen de su Patria en lugar de quedarse partiéndose el pecho como es su obligación (a no ser que se proclamen objetores de conciencia que la verdad en aquellos países ni saben que eso pueda existir en tiempo de guerra) Muchas lecciones de valor, patriotismo, dignidad y cojones pueden dar las mujeres kurdas y yazidíes a esos especímenes. Que Dios me perdona si falto a la caridad, pero cuando veo a un tío fuerte, sano y joven capaz de luchar, escapar de su Patria en guerra, no son precisamente sentimientos humanitarios los que experimento, lo único que siento es desprecio.