La sofisticación del terrorismo islámico
El Estado Islámico lo ha vuelto hacer. Una vez más, su fanatismo ha vuelto a poner a un país -de los que ellos denominan infieles-, entre la vida y la muerte de un civil inocente. Y esta vez le ha tocado a Noruega, tras hacerse oficial el secuestro de uno de sus ciudadanos en Siria.
El Estado Islámico lo ha vuelto hacer. Una vez más, su fanatismo ha vuelto a poner a un país -de los que ellos denominan infieles-, entre la vida y la muerte de un civil inocente. Y esta vez le ha tocado a Noruega, tras hacerse oficial el secuestro de uno de sus ciudadanos en Siria.
El Estado Islámico lo ha vuelto a hacer. Una vez más, su fanatismo ha vuelto a poner a un país -de los que ellos denominan “infieles”-, entre la vida y la muerte de un civil inocente. Y esta vez le ha tocado a Noruega, tras hacerse oficial el secuestro de uno de sus ciudadanos en Siria. ¿Salvar la vida de este hombre y no ceder a las presiones terroristas servirá para evitar que otros corran su misma suerte?
Las palabras de Erna Solberg, primera ministra noruega, parecen claras: “No podemos ni vamos a ceder a la presión de los criminales. Noruega no paga rescates». No sorprende, es la opción políticamente correcta para cualquier líder mandatario que, de cara al escaparate social, lucha por el fin del terrorismo. Pero la realidad es otra: el ISIS sigue tomando decenas de rehenes internacionales, a menudo en busca de rescates para engrosar sus arcas. Unas arcas destinadas a engrosar, a su vez, la huella de la destrucción humana. Cruel, injusto y asqueroso, teniendo en cuenta que quienes empuñan las armas son también personas ¿humanas?
Pero más allá de esto, me deja de piedra conocer el medio por el que se pide el rescate de este ciudadano (a quien también le acompaña otro de origen chino): Dabiq, la revista oficial del Estado Islámico, el órgano promotor de su maniobra. Es dinámica, visual e increíblemente profesional; con una maquetación elegante, grandes titulares y fotos. Es la sofisticación de la propaganda yihadista y una visión romántica de su actividad; porque la Guerra Santa debe llegar a todos los rincones de Occidente.
Y ahí están los dos rehenes, en modo anuncio publicitario en las páginas de esta revista: de pie, vestidos de amarillo y mirando a cámara con un escalofriante mensaje bajo sus rostros: «En venta». Todo muy fino y elegante.
¿Quizás muchos líderes políticos deberían leer el contenido de este magazine para entender las motivaciones que impulsan al EI a cometer sus atrocidades? Lejos de esto, seguramente encontrarían en él cien mil motivos más por los que seguir defendiendo la aniquilación del terrorismo y de sus matanzas. Demasiado lejos hemos llegado ya como para ponerse finos.