Quiéreme, pero quiéreme bien
Creo que es algo que deberíamos exigir a todo aquel que se mantenga a nuestro lado a lo largo de nuestra vida. Da igual que sea familiar, amigo o pareja. El amor sigue siendo amor en todos sus formatos y cada uno tiene un color especial.
Creo que es algo que deberíamos exigir a todo aquel que se mantenga a nuestro lado a lo largo de nuestra vida. Da igual que sea familiar, amigo o pareja. El amor sigue siendo amor en todos sus formatos y cada uno tiene un color especial.
“Quiéreme, pero quiéreme bien”. Creo que es algo que deberíamos exigir a todo aquel que se mantenga a nuestro lado a lo largo de nuestra vida. Da igual que sea familiar, amigo o pareja. El amor sigue siendo amor en todos sus formatos… y cada uno tiene un ‘color’ especial. Y sí, he dicho ‘exigir’. No podemos pedir, mucho menos exigir, a alguien que nos quiera, pero sí podemos pedir que si deciden hacerlo, lo hagan bien. No aceptemos un “te quiero mucho” si no es un “te quiero mucho y bien”. Porque querer no siempre supone algo positivo… Más calidad que cantidad. Siempre.
Al ver esta imagen he recordado la canción de Andrea Bocelli: “más que por mí, por ella yo vivo también (…) Cómo duele cuando falta, cómo brilla fuerte y alta (…) Vivo por ella y nadie más puede vivir dentro de mí, ella me da la vida…”.
Sí, Faizul Hasan vive por ella. Vive por su mujer, que ya no está, pero él hace que esté presente. Le prometió que “construiría una tumba que la gente no iba a olvidar en años” y está cumpliendo su palabra. Es un anciano que se ha gastado todo lo que había ganado como funcionario de correos en construir la tumba para su mujer. Y tiene razón, nadie la olvidará: es un Taj Mahal. Son cuatro años los que lleva haciéndola. Ya falta menos para acabar… Cumplirá su palabra. Porque vive por ella, porque ella le da la vida, aunque ella ya no esté. Porque le quiso mucho, pero le quiso bien.
Ojalá todos tengamos la suerte de la esposa de Faizul Hasan: un amor que va más allá de la vida, pero sobre todo: va más allá de la muerte.