Cataluña Mas o menos
Los que celebran su derrota no se dan por enterados de que no han ganado los de Mas, sino los demás. Si acaso, quienes ha perdido en las elecciones catalanas han sido las matemáticas.
Los que celebran su derrota no se dan por enterados de que no han ganado los de Mas, sino los demás. Si acaso, quienes ha perdido en las elecciones catalanas han sido las matemáticas.
Los que celebran su derrota no se dan por enterados de que no han ganado los de Mas, sino los demás. Si acaso, quienes ha perdido en las elecciones catalanas han sido las matemáticas. Los trileros de Juntos por el sí han conseguido que la división les reste votos y, en suma, multiplique sus problemas, por más que proclamen que los menos son más y son Mas. El hijo político del capo Pujol interpreta que ha ganado porque a su porcentaje de votos le añade el tres por ciento. Es la costumbre. Así es como han transformado convergencia en divergencia, generalidad en parcialidad y pasado simple en futuro indefinido. Unidos por la separación, su gran prodigio no ha sido dividir España, sino Cataluña, donde los que rechazan la independencia superan ampliamente en votos a los que, emulando a Los Ronaldos, le dicen a España eso de «adiós papá, consíguenos un poco de dinero más».
Han perdido nueve diputados, han perdido el supuesto plebiscito, han perdido la razón y hasta la vergüenza. Interpretan los resultados con la misma frivolidad con que administran el dinero público. Se han choteado de sus paisanos haciéndoles creer que España les robaba, cuando la realidad ha demostrado que los chorizos eran otros con mano larga en Cataluña y cartera ancha en Andorra.
Los perdidos de Mas y Junqueras aseguran haber ganado, aunque la realidad es tozuda. El 52 por ciento de los votantes, en los comicios con mayor participación de la historia, han apostado por partidos contrarios a la independencia. Si hubiese algo que celebrar, los únicos con sobrados motivos para hacerlo son Albert Rivera e Inés Arrimadas. Su constancia les ha dado fruto. No pueden decir lo mismo los partidos nacionales que consintieron que no se ejecutaran las sentencias del Supremo, que pretendieron contemporizar hablando catalán en la intimidad e incluso toleraron que a un comerciante se le impidiera rotular su establecimiento en español en España, «una nación discutida y discutible».
Por lo demás, la incertidumbre ha dado paso a la inseguridad. Por lo demás y por lo de Mas.
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