THE OBJECTIVE
Nestor Barreira

Un gran corte de mangas

A su edad es el hombre más joven que ha recorrido los 198 países del mundo. Reconozco que esta mañana ha despertado en mí la peor de las envidias. Esa que ya sabéis que se maneja en España, aparte de querer joder al contrario, la de desear sin piedad lo que tienen los demás

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A su edad es el hombre más joven que ha recorrido los 198 países del mundo. Reconozco que esta mañana ha despertado en mí la peor de las envidias. Esa que ya sabéis que se maneja en España, aparte de querer joder al contrario, la de desear sin piedad lo que tienen los demás

Para este jovenzuelo de 40 años la vida es de otro color. A su edad es el hombre más joven que ha recorrido los 198 países del mundo. Reconozco que esta mañana ha despertado en mí la peor de las envidias. Esa que ya sabéis que se maneja en España, aparte de querer joder al contrario, la de desear sin piedad lo que tienen los demás. Lo llevamos en la sangre.

Luego me hice un esquema mental sobre lo que podría costar hacer lo que hace Gunnar Garfors. Así se llama el pollo. En 2012 pisó los 5 continentes en 24 horas. ¿Está forrado? ¿Es amigo de Donald? Ese, el colega americano de los inmigrantes latinos. ¿Le habrá prestado el avión? No se me ocurre nada la verdad. Me queda ir practicando en el espejo como aquel anuncio de la Primitiva en la que un tipo hacía cortes de mangas dedicadas a su jefe de forma compulsiva. “Antes de hacerte rico tienes que aprender a hacer unas cuantas cosas”, rezaba el spot. Y ahí estaba el baldomero. Dejándose los brazos. Uno contra otro, una y otra vez. Con anhelo. Con ganas. Mientras, una leyenda cubría la pantalla: “Vete ensayando. Esta semana bote de 3597 millones de pesetas”. ¡Tres mil quinientos millones de pesetas! Yo, jefe, te quiero con locura. Incluso te pido que leas mi columna de esta semana como un mero y humilde ejercicio literario.

Sí, quiero cambiar de vida. Me voy a dejar la piel en cubrir todos los números que significan algo para mí.  Con lo cual una vez más me dispongo a jugar a todo lo “jugable”, con todos los números especiales, con mis cumples, aniversarios, nacimientos, los de la suerte, saltar los escalones de dos en dos, tirarme sal por el hombro izquierdo, guardarme el trocito de madera bendito de mi amiga santera cubana, rezarle a San Pancracio…

De momento me conformaré con una buena caña, hacer y disfrutar de mi trabajo y pensar también que algún día podría ser Gunnar. Mi jefe no me lo tendrá en cuenta. Seguro que él también está en el baño practicando un gran corte de mangas.

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