Algo más que un agujero

Los fríos datos revelados por los expertos nos dicen que esta foto es la de un agujero negro, 350 millones de veces más grande que el Sol y treinta veces más grande de lo que se creía posible y que según la teoría de la relatividad, puede zamparse toda aquella materia o energía que tenga la desgracia de andar junto a su campo gravitatorio.

Los fríos datos revelados por los expertos nos dicen que esta foto es la de un agujero negro, 350 millones de veces más grande que el Sol y treinta veces más grande de lo que se creía posible y que según la teoría de la relatividad, puede zamparse toda aquella materia o energía que tenga la desgracia de andar junto a su campo gravitatorio.

¡Y sólo está a un año luz de la Tierra!

Pero algo más cerca, nos encontramos con otro tipo de agujero. Uno en el que habitan seres muy parecidos a nosotros; que atesoran anhelos; que sufren y ríen. Personas en definitiva, que no reivindican derechos, ni exigen prebendas y mucho menos demandan la atención de los poderes públicos.

De los congéneres que hablo son esos a quienes la tristeza ha atrapado entre cuatro paredes, porque durante una parte importante de su vida creyeron que ir por libre era el estado ideal. No fueron malos tipos, fastidiaron lo justo y hasta lograron destacar en su vida laboral. Y están solos. Absolutamente.

Cuando salgo a pasear tengo la sensación de que alguno de ellos me sigue los pasos con la intención de acercarse a mi y entablar conversación. Pero algo impide que eso ocurra. Miro a sus ojos y sólo veo desconcierto no exento de ansiedad. Y aunque no siempre sonrío, cuando lo hago, observo cómo detienen su paso, sin saber qué hacer. Proyectan la misma incertidumbre que podría describir, si pudiera hacerlo, cualquier materia que es absorbida por un agujero negro.

Es la soledad de quien está a mi lado. Es mi propia soledad.