Niñas sin pecho

Muchas niñas de África quieren seguir siendo lo que son, niñas. Aunque el caprichoso desarrollo corporal no deje lugar a ello. Entonces es momento de huir del castigo de ser mujer.

Las niñas occidentales crecen cada vez más deprisa. Antes jugábamos con muñecas hasta los doce o trece años. Ahora con nueve ensayan ser mayores. Se pintan las uñas, en ocasiones los labios con un suave gloss, cuando sus madres las dejan. Las planchas del pelo. La televisión cada vez menos como referente, Instagram como escaparate público de selfies precoces. El cándido mundo de los emoticonos. Buscar el significado del sentimiento encontrado en uno de ellos.

Defendía Rousseau que la infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir. Lo más insensato, decía, era pretender sustituirlas por las nuestras. Por suerte o por desgracia de esto no nos damos cuenta hasta que maduramos. Es la fortuna del mundo occidental, que no se cuenta tanto en millones como en oportunidades. Porque aquí tenemos la opción de elegir si queremos pintarnos las uñas o seguir viviendo un cuento de hadas.

Muchas niñas de África quieren seguir siendo lo que son, niñas. Aunque el caprichoso desarrollo corporal no deje lugar a ello. Entonces es momento de huir del castigo de ser mujer. Según la ONU, 3,8 millones de adolescentes se aplastan brutalmente el pecho con piedras o con palos a altas temperaturas para frenar su desarrollo y evitar ser violadas. Y así cada día durante meses. Miles de niñas de entre 11 y 15 años se ven obligadas a ello en Camerún, Nigeria y Sudáfrica. Huyen del atractivo sexual que sin querer ni saber despiertan. El miedo las devora, o no a ellas, sino a las madres que se encargan de la cruda práctica. Rituales que se llevan a cabo cada día en pleno siglo XXI, que provocan quemaduras, infecciones, deformaciones y muchos problemas psicológicos. Es otro tipo de mutilación femenina en países donde según la ONU un 30% de ellas son madres antes de cumplir los 18 años. Es el calvario llevado en secreto de unas niñas que no podrán ni pintarse las uñas ni presumir en unos años de su condición.