El imperio contraataca
Con todos sus libros y todos sus premios lo que más me gusta de Rafael Sánchez Ferlosio es que odie a España. Él insultaba a España porque la odiaba; yo en cambio la insulto porque la quiero, y porque la quiero, quiero que se acabe y no sufra más. ¡Que nos invadan y terminemos ya con esta agonía!
Con todos sus libros y todos sus premios lo que más me gusta de Rafael Sánchez Ferlosio es que odie a España. Él insultaba a España porque la odiaba; yo en cambio la insulto porque la quiero, y porque la quiero, quiero que se acabe y no sufra más. ¡Que nos invadan y terminemos ya con esta agonía!
Con todos sus libros y todos sus premios lo que más me gusta de Rafael Sánchez Ferlosio es que odie a España. Él insultaba a España porque la odiaba; yo en cambio la insulto porque la quiero, y porque la quiero, quiero que se acabe y no sufra más. ¡Que nos invadan y terminemos ya con esta agonía!
-¿Pero quién? A ver si nos ponemos de acuerdo…
-¿Qué tal los gabachos?
-Je t’aime… moi non plus.
-¿Los alemanes?
-Was für ein Glück für die Regierenden, daß die Menschen nicht denken!
-No sabía que hablara usted alemán.
-Y no lo hablo, lo pienso, pero usted me lee el pensamiento.
-Pues eso es muy conveniente. ¿Y los portugueses?
-Mire, no. Portugal no existe.
-¿Y si nos conquistan ustedes, los panchitos, o los judíos o los moros?
-Panchito, usted, yo me llamo Bautista. Eso sí sería una reconquista… ¡Justicia poética!
Así andábamos mi compadre y yo hasta que llegamos a la gran pregunta.
-¿Y si nos invaden los catalanes?
-Avui, això sí toca: que nos invadan, nos ponemos el seny, comemos espetec y pa amb tomàquet, aprendemos catalán, vemos la TV3 y rezamos por el eterno descanso de Sant Jordi Pujol, pero cuando nos industrialicen y nos saneen la economía, nos independizamos.
-¿Y de qué hablarían Artur y Mariano?
-Como si los oyera: «Cuando terminemos con la sardana empezamos con la muñeira». Por cierto, ¿usted bailaría la sardana?
-Ya la bailo en la intimidad.
-Un mexicano bailando la sardana…
-Cosas más raras se han visto. Como a Carmena, Rivera, Sánchez, Cifuentes, Morenés, Rajoy, el Borbón y la cabra juntos y hablando el otro día.
-¿La cabra?
-La de la Legión. No sea usted malpensado.
-No… lo decía porque la cabra no habla: bala, balita nerviosa o chozpa de alegría. Y era macho, Pablo, y ya tiene más de mil seguidores en Twitter.
-Amigo mío, no se complique por irse por los cerros de Úbeda en un país en el que sale el Sol por Antequera, pues si todos remáramos en la misma dirección esto no sería España.
Nunca los cetros y las coronas de los reyes españoles fueron de oro puro, sino de oropel y de hojalata, forrados en piel y con tafiletes dorados. Así gobernaron esta mala patria sin remedio, que lleva dando tumbos desde 1582, que escupe al cielo mientras se caga en Dios, que está en perpetua batalla con su propia sombra. Y aun resolviendo todos sus problemas queda el peor, ¿acaso me leen ustedes el pensamiento?