El Twitter de Letizia
¿Por dónde comenzar? Hum, parece claro que si Letizia está en twitter será uno de los 300.000 seguidores de la cuenta de Casa Real. Si examino cada uno de esos perfiles puede ser un método. Sí, ya lo se, un poco primitivo, pero soy analógico, qué le voy a hacer.
¿Por dónde comenzar? Hum, parece claro que si Letizia está en twitter será uno de los 300.000 seguidores de la cuenta de Casa Real. Si examino cada uno de esos perfiles puede ser un método. Sí, ya lo se, un poco primitivo, pero soy analógico, qué le voy a hacer.
Una de las cosas buenas que tiene mi trabajo es que es variado e incluso, en ocasiones, emocionante. No soy Jesús Calleja, de hecho no suelo levantarme de la silla en todo el día, pero algunas semanas tengo encargos que hacen distinta la rutina y suponen un soplo de aire fresco.
Hace poco me encargaron algo claramente: «parece que la reina tiene una cuenta en twitter: encuéntrala.»
«¿Y ahora qué?» pensé. Esto es lo que pasa cuando uno acostumbra a su jefe a responder a todos sus caprichos y a cumplir aquello que escribió san Mateo (7. 7) «pedid y se os dará, llamad y se os abrirá». Acostumbrado a mis éxitos piensa que soy Carrie de Homeland cuando no paso de ser Satur de Águila Roja.
¿Por dónde comenzar? Hum, parece claro que si Letizia está en twitter será uno de los 300.000 seguidores de la cuenta de Casa Real. Si examino cada uno de esos perfiles puede ser un método. Sí, ya lo se, un poco primitivo, pero soy analógico, qué le voy a hacer.
En fin, no voy a desvelar mis métodos, pero el caso es que esta va a ser la primera vez que no le de una respuesta positiva a mi jefe. Y puede ser por dos razones:
a) No he encontrado el perfil de Letizia.
b) Sí que lo he encontrado, pero un extraño sentido de lealtad, simpatía y un toque de ternura me mueve a no comunicarlo a nadie.
Escoged cada uno la que mejor os parezca. Mientras tanto, permitidme un aparte dirigido a Su Majestad.
Señora, si sois vos M…M… haced honor a San Mateo y enviadme un MD. Como diría don Miguel de Cervantes: «que poniendo los ojos la prudencia de vuestra excelencia en mi buen deseo, fío que no desdeñara la cortedad de tan humilde servicio.»