Psicópatas sin azúcar
Mi aproximación a la cafeína se remonta al periodo que va desde la tierna infancia a la insoportable adolescencia y cuyo punto álgido se sitúa en la inauguración (en mi barrio) de una planta embotelladora de cierta bebida refrescante de nombre muy conocido.
Mi aproximación a la cafeína se remonta al periodo que va desde la tierna infancia a la insoportable adolescencia y cuyo punto álgido se sitúa en la inauguración (en mi barrio) de una planta embotelladora de cierta bebida refrescante de nombre muy conocido.
Mi aproximación a la cafeína se remonta al periodo que va desde la tierna infancia a la insoportable adolescencia y cuyo punto álgido se sitúa en la inauguración (en mi barrio) de una planta embotelladora de cierta bebida refrescante de nombre muy conocido. Luego, pasaron muchos años salpicados de momentos tales como estos: Me enamoré, suspendí asignaturas, firmé un contrato de trabajo; insistí en lo del enamoramiento, aprobé ciertas asignaturas, tomé café con leche y la alopecia se instaló para siempre.
Cuando creía que nada podía empeorar, aparece un estudio de cierta universidad austriaca en el que se baraja la posibilidad de que “las personas que prefieren el café sin azúcar o la tónica” podrían tener tendencias psicopáticas. Evidentemente, lo primero que hice tras enterarme de tal posibilidad fue tomarme un café, bien es cierto, que mis temores se rebajaron cuando vertí en el negro líquido los dos sobres de azúcar de rigor.
Ahora bien, eliminada la primera opción de padecer cierta psicopatía ‘cafetera’, surge el temor de serlo (un pelín) si de lo que se trata es de darle a la tónica, aunque su uso se deba a razones de malestar estomacal ¿Seré un tipo de marcado carácter antisocial y empatía reducida? Si se observa detenidamente la fotografía ¿quién de los dos individuos es un psicópata? Cuántas preguntas y que mal cuerpo se me está poniendo.
Así que trataré de rebajar el nivel de angustia recordando que estamos acostumbrados a que tales estudios provengan de universidades de tanto ‘prestigio’ como la North Wachipein o del Center for Environmental Development y no de la Universidad de Innsbruck.
Ahora bien, como todo es posible, recomiendo una lectura del mencionado estudio antes de tomar un café y así, ‘matar’ las dudas.
“¿El señor lo quiere con azúcar?”