Urge una real Primavera Árabe
Lo que ocurre en Yemen por actitudes autoritarias para evitar que la ciudadanía conozca las causas de la guerra civil y el bloqueo informativo en Siria con la falta de transparencia, se enmarca en la falta de tradición democrática e institución de los países árabes.
Lo que ocurre en Yemen por actitudes autoritarias para evitar que la ciudadanía conozca las causas de la guerra civil y el bloqueo informativo en Siria con la falta de transparencia, se enmarca en la falta de tradición democrática e institución de los países árabes.
Lo que ocurre en Yemen por actitudes autoritarias para evitar que la ciudadanía conozca las causas de la guerra civil y el bloqueo informativo en Siria con la falta de transparencia, se enmarca en la falta de tradición democrática e institución de los países árabes.
Una de las tragedias políticas del Medio Oriente es que los Estados no fueron producto de naciones constituidas con sus instituciones, sino fronteras trazadas por el colonialismo europeo en función de los intereses de las potencias, las cuales impulsaron liderazgos artificiales o permitieron liderazgos mesiánicos autoritarios. La variable religiosa y petrolera complica el panorama en la región ahora más dramático con los locos religiosos del ISIS.
En nuestra experiencia diplomática en el Medio Oriente, pudimos conocer la ambición desmesurada de dirigentes, que han dejado su huella destructiva por su locura en el poder y el culto a la personalidad. Desde los años 50 Egipto proyectó en todo el mundo árabe a Gammal Abdel Nasser, con una puesta en escena de la sumisión total y la adulación de las masas. Eran tiempos de la radio y su voz estaba en todos los aparatos con la insistente propaganda en los afiches y las grandes manifestaciones populares. Este culto a la personalidad también fue promovido por líderes como Hafez Al- Assad en Siria, Sadam Husein en Irak y Muamar el Gadafi en Libia. Todos trataban de estar omnipresentes con sus fotos y sus mensajes. En Libia era obligatorio un retrato de Gadafi por cada ciudadano. En Damasco Al-Assad construyó su residencia presidencial en lo más alto de la ciudad. Lo calificaban de descendiente del profeta Mahoma y encarnación de Saladino.
Como periodista tuve la oportunidad de entrevistarlo, durante la primera Guerra del Golfo y conocer sus excentricidades en la milenaria Bagdad. Como diplomático, embajador de Venezuela por 3 años en Libia, conversé en varias oportunidades con el coronel Gadafi, quien se hacía llamar el Guía de la Revolución en su exclusiva Gran Jamahiriya Árabe Libia Popular y Socialista. El Libro Verde, era su Constitución y la de su Estado. Como todos los otros megalómanos del mundo árabe pretendía encabezar la revolución panárabe y en su caso panafricana.
Es tiempo para una nueva verdadera Primavera Árabe, más allá de Túnez y especialmente en Siria, Irak y Yemen frente al ISIS y al gobierno dictatorial.