La antipolítica guatemalteca
Que ganara Jimmy Morales, comediante nacionalista cristiano de un partido sin algún tipo de doctrina o programa, después de toda una lucha popular por la superación del enquistado problema de la corrupción que trajo como consecuencia el encarcelamiento del presidente en funciones Otto Pérez Molina…
Que ganara Jimmy Morales, comediante nacionalista cristiano de un partido sin algún tipo de doctrina o programa, después de toda una lucha popular por la superación del enquistado problema de la corrupción que trajo como consecuencia el encarcelamiento del presidente en funciones Otto Pérez Molina…
Que ganara Jimmy Morales, comediante “nacionalista cristiano” de un partido sin algún tipo de doctrina o programa, después de toda una lucha popular por la superación del enquistado problema de la corrupción que trajo como consecuencia el encarcelamiento del presidente en funciones Otto Pérez Molina, me recuerda a la época de Abdala Bucaram y los inicios de Antana Mockus, y aún más me recuerda la ruptura del bipartidismo venezolano mantenido por el llamado Pacto de Punto Fijo, decepcionados de los políticos tradicionales y que trajo como consecuencia un fenómeno multipartidista, que al final termino repolarizando la política.
Son estos fenómenos eventuales, que convocan a una aparente distancia de la política tradicional en sociedades asqueadas de tanta corrupción y mentira, procesos coyunturales de sustitución de élites que con o sin promesas revolucionarias, se quedan atrapados y sin salida dentro del propio sistema de donde emergen, sucumbiendo porque al final no existe una verdadera voluntad política de cambio, y aún peor, no existe el método y las herramientas para lograr tal fin.
No es que no existan salidas, es que aún no se han parido, y Guatemala pareciera sucumbir ante la tentación de una antipolítica conservadora y moralista, germen de la actual concepción de las relaciones de poder mundial.
Fenómenos como Chávez, Lula o Kirchner, con alguna orientación programática y propuesta de país, marcaron un hito de esperanza sobre la instalación de políticas serias en América Latina, y hoy las tres, tanto por estrategias antisocialistas de la derecha mundial, como por propias responsabilidades, están siendo señalados de ser nichos de los peores casos de corrupción de la historia de nuestro continente.
Jimmy es la posible entrada de la antipolítica hiperconservadora en América Latina, que se une a la política hiperconservadora ya existente, ante el desmadre por corrupción de la izquierda que ha llegado a gobierno, y sólo el pronunciamiento claro de sectores honestos de esos gobiernos podría permitir salvar el destino del pueblo que vive de su trabajo del objetivo central de las trasnacionales: impedir que gobiernos con concepción soberana, unionista y transformadora vuelvan al poder en el territorio más fértil del mundo.