Mary, háblame de espíritus
Cuando las energías son negativas siento frio. Me hacen sentir miedo, te lo aseguro. Me siento incómoda y como observada. Cuando te tocan es aún peor porque ahí sí que hace frío. Según avanza la conversación yo sí que empiezo a sentir frío
Cuando las energías son negativas siento frio. Me hacen sentir miedo, te lo aseguro. Me siento incómoda y como observada. Cuando te tocan es aún peor porque ahí sí que hace frío. Según avanza la conversación yo sí que empiezo a sentir frío
“Mary, háblame de espíritus”.
“No son espíritus, son energías”.
Detrás de su larga melena rubia y su educación de pago entre británica y americana se dibuja una chica con una gran intuición y demasiada vida vivida. Mary sacia mi hambre y me adentra con generosidad en los secretos de las “energías” tras leer el titular del diario @TheObjective_es y saber que hoy me toca escribir este artículo.
“¿Qué dice el diario?”, pregunta.
“Que hubo una manifestación en Texas ante la Iglesia de Lucifer con mensajes del tipo –Dios sí, Satanás no- “, le digo. “Toca hablar de presencias”. Y comienza su relato.
“Cuando las energías son negativas siento frio. Me hacen sentir miedo, te lo aseguro. Me siento incómoda y como observada. Cuando te tocan es aún peor porque ahí sí que hace frío”. Según avanza la conversación yo sí que empiezo a sentir frío».
“Los espejos y cristales son la única forma que tienen de dejarse ver”, recalca. Vamos que para Mary todos tenemos a alguien alrededor. Gente o fuerzas que permanecen el tiempo que consideran, sobre todo “si tienen deudas pendientes en vida”. Reconozco que me he sugestionado hasta tal extremo que desde la conversación entro en el baño agachado, sin levantar la cabeza según la hora que sea.
Le gasto una broma mientras prosigue su relato. “Mira Mary, a mi después de muerto no me hagas volver al trabajo. Ya le echo bastantes horas”. Ríe.
Cuando piensas en difuntos y te sientes mejor es alguien que está pegado a ti y te transmite su energía. De igual forma que cuando te sientes cansado.
“Los hospitales están llenos de ellos. ¿A qué te sientes cansado cuando estás allí? Te están quitando la energía”. Ya decía yo que no es buena idea estar en los hospitales, que un ratito y, ¡venga!, para casa.
Pasamos dos minutos en silencio. De repente, levanta la mirada. Gira la cabeza a la derecha y suelta: “¿Ves a la chica de camisa rosa? Lleva a alguien detrás”.
No siento las piernas. Le doy las gracias y me marcho a escribir. Pero algo me dice que me gire y la mire. Mary simplemente sonríe.