Frágiles
La mujer de la foto no es una mujer, pero es de una belleza y una fragilidad aplastantes. Me atrevería a decir que su gesto es más expresivo que el de algunas mujeres-muñeca que habitan este tiempo nuestro, pero lo que la hace verdaderamente extraordinaria es la historia del hombre que la rodea con sus brazos y que acaba de casarse con ella
La mujer de la foto no es una mujer, pero es de una belleza y una fragilidad aplastantes. Me atrevería a decir que su gesto es más expresivo que el de algunas mujeres-muñeca que habitan este tiempo nuestro, pero lo que la hace verdaderamente extraordinaria es la historia del hombre que la rodea con sus brazos y que acaba de casarse con ella
La mujer de la foto no es una mujer, pero es de una belleza y una fragilidad aplastantes. Me atrevería a decir que su gesto es más expresivo que el de algunas mujeres-muñeca que habitan este tiempo nuestro, pero lo que la hace verdaderamente extraordinaria es la historia del hombre que la rodea con sus brazos y que acaba de casarse con ella.
Esta muñeca hinchable luminosa, blanca como la nieve, delicada y rompible como el cristal, ha llenado el vacío físico y emocional de un hombre que soñaba con casarse pero al que se le acaba la vida por culpa de un cáncer terminal. Teniendo en cuenta que, hasta donde sabemos, vida solo tenemos una, este joven chino de 28 años ha decidido completar la suya cumpliendo su sueño sin tener que dejar viuda a una mujer de carne y hueso.
Que las muñecas hinchables no solo suplen necesidades sexuales era algo que sospechaba; que es importante no dejar los sueños por cumplir, también lo sabía, pero esta historia me ha emocionado (o conmocionado) tanto que no sé decir si ésta imagen me resulta bella o monstruosa, trágica o feliz. Solo hay que ver la manera en la que él la está mirando. Este hombre no dejará viuda a ninguna mujer a pesar de cumplir su sueño, pero ¿qué será de esta hermosa figura que ha salvado una vida y hecho realidad el sueño de otro? Seguramente quedará tirada en un rincón, deshinchada, deshecha y desnuda hasta que llegue otro que vuelva a necesitarla, a quererla, o a usarla.